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VIDEO PARA UNA GRAN MUJER!!!! -------------------------------------------------------- -------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ Artistas peruanos se suman a la campaña contra el cambio climático Tck Tck Tck por invitación del MOCICC y Oxfam Internacional. Los líderes del mundo deben asumir en la Conferencia de Naciones Unidas de Copenhague compromisos para enfrentar el cambio climático y salvar la vida en la Tierra. Producción musical: MCD Producciones. Producción del videoclip: Maia Films. Adaptación del tema en español: Milagros Salazar y Cynthia Galicia. EL TIEMPO ES HOY--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

viernes, 17 de julio de 2009

LAS CRONICAS DE THAMBIA

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Prologo. Una trampa mortal
El viento arremetía contra su yelmo cuándo Balkorft miró hacia atrás y observó como
sus compañeros tenían dificultades para subir por el casi desaparecido sendero de la
ladera.
Hacía unas 6 horas que habían perdido el rastro del Kurgul que tenía atormentado a la
población de Kablin, asesinando el ganado que les permitía sobrevivir al duro invierno.
Balkorft y otros cinco soldados pertenecientes al pequeño grupo que formaba la defensa
de Kablin, habían preparado una trampa para dar caza al salteador, y aunque tuvieron
éxito en el engaño, no consiguieron dar muerte a un enorme Kurgul de unos dos metros
y medios de altura, que se dio a la fuga rápidamente hacia su guarida en algún lugar de
las montañas Úmrath, que protegían a la pequeña ciudad del frío invierno y de sus
gélidos vientos. Hacía lustros que en esas montañas no se veían esas asquerosas criaturas
de cuatro brazos, pero en los últimos meses habían sufrido ya el ataque de un pequeño
grupo de Kurguls que mataban sin compasión a su valioso ganado.
La tormenta de nieve que azotaba la cara sur de las Úmrath había borrado prácticamente
el rastro del Kurgul, y el frío y la intensa nieve habían dificultado el avance del pequeño
grupo perseguidor, haciendo replantearse a Balkorft la posibilidad de abandonar su presa
antes de lamentar alguna pérdida, ya que el temporal parecía ir a peor.
- Balkorft Deberíamos volver. Hemos perdido su rastro, y el temporal empeora.
No quiero morir congelado en ésta montaña del diablo – dijo el primero de los soldados
que llegó a la posición de Balkorft.
- Si volvemos, esa criatura volverá a matar nuestro ganado, y ya pasamos
bastante hambre como para permitirnos que siga matando. Debemos continuar, o lo
lamentaremos – dijo Balkorft sin estar muy convencido de sus palabras.
- Si no volvemos pronto, no tendremos que preocuparnos de alimentarnos nunca
más. Maldita sea Balkorft, piensa en Xian.
Xian era el hijo de Balkorft. Hacía ya varios meses que Veness la mujer de
Balkorft y Madre de Xian, había muerto a consecuencia de una larga enfermedad,
obligándole a cuidar en soledad de su único hijo. Aunque con sus 19 años, Xian no era
ya precisamente un chiquillo, seguía siendo un muchacho risueño, con la cabeza llena de
ilusiones, y con el fuerte deseo de convertirse en un gran soldado, como su padre lo fue
antaño cuando sirvió a la guardia personal del rey Benerio, en el lejano palacio de Itaras.
Balkorft recordaba con cariño aquellos días, donde tenía una buena vida, gozaba de un
gran prestigio como soldado, y comandaba la guardia personal del Rey.
Por él, Balkorft hubiese dado la vida gustoso, si hubiese tenido que hacerlo, porque en
gran estima tenía al rey Benerio, ya que era un hombre bondadoso, honrado, que
gobernaba con mano firme y justicia uno de los reinos más grandes de Thambia.
Era el Rey Benerio el que mantenía a raya a las fuerzas de la tiranía, encabezadas en su
época por el paladine oscuro Zhelmord, permitiendo que la paz reinase en todo
Heirmund.
Balkorft aún recordaba la batalla de las negras aguas. En ella combatió junto al Rey
Benerio, y allí consiguió batir y dar muerte al Paladine oscuro, provocando la huida y
derrota de sus leales tropas en las que el miedo y la duda hicieron mella tras la muerte de
su general.
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La paz llegó después de aquella batalla y el Rey premió su gesta regalándole una
hermosa espada creada por los mejores herreros de toda Itaras, y que blandía con orgullo
desde entonces.
Pero la paz no es eterna, y poco a poco la oscuridad fue abriéndose paso nuevamente y
tras la muerte del Rey Benerio, la traición hizo que Balkorft tuviese que abandonar la
tierra que con su sangre había ayudado a defender, convirtiéndose en un proscrito
condenado a muerte, por el reino al que tanto había amado.
- Tal vez tengas razón compañero – dijo Balkorft apesadumbrado – Volvamos a
casa, intentaremos darle caza cuándo pase la ventisca.
Balkorft y sus cinco acompañantes se dieron la vuelta, no antes sin intentar por última
vez encontrar una pista que les señalase el paradero de su presa. En ese momento
Balkorft observó algo en la nieve. Se acercó, y contempló un pequeño pedazo de carne
mordisqueada.
􀀭 Parece alguna parte de una de nuestras piezas de ganado. No debe andar muy
lejos, estaros atentos – Exclamó Balkorft como si de un susurro se tratase.
Es ese preciso instante, un poco de nieve calló desde un pequeño risco que sobresalía
por encima de sus cabezas, y un enorme Kurgul saltó desde él hacia el pequeño grupo de
cinco soldados que escuchaban a Balkorft con atención.
-¡¡ Cuidado, encima vuestra!! – gritó con fuerza Balkorft.
Pero fue demasiado tarde. El Kurgul irrumpió desde arriba en el grupo de los cinco
hombre, blandiendo un pequeño hacha en cada una de las 4 extremidades que tenía.
Calló encima de uno de los soldados, haciéndolo rodar ladera abajo, y al que estaba a su
derecha le incrustó uno de los hachas en el cuello tiznando la blanca nieve de un pequeño
riachuelo rojizo.
Rápidamente los otros 3 soldados desenfundaron sus espadas y atacaron a la bestia. El
Kurgul desvió fácilmente el primer ataque con dos de sus hachas, y el segundo lo
esquivó con un rápido movimiento, no sin resultar herido con un pequeño tajo en el
abdomen.
El Kurgul reaccionó contra atacando con dos mandobles de sus hachas que fueron
repelidos por el escudo del soldado atacado, mientras que el otro se disponía a atacar
nuevamente a la bestia, pero no llegó a finalizar el ataque, y salió despedido varios
metros hacia atrás debido a una patada en el pecho del Kurgul. Rápidamente la criatura
saltó sobre él, y dio fin a su vida con un hachazo que separó la cabeza de su cuerpo.
Balkorft llegó raudo, desenfundando su espada en su intento de ayudar al fallecido y
atacó al Kurgul con varios mandobles que obligaron a retroceder a la criatura. Entre los
tres supervivientes acosaron a la bestia que se veía obligada a retroceder, pero conseguía
gracias a sus 4 brazos armados, desviar los ataques de sus oponentes.
En un descuido, el Kurgul consiguió dar muerte al soldado situado más a la izquierda,
provocando la ira de Balkorft que intensificó sus ataques. Más rápidos y más poderosos,
en un rápido giro de 360 grados, Balkorft consiguió romper las defensas del Kurgul y
sacando rápidamente un cuchillo guardaba en su cintura, lo hundió en el abdomen del
Kurgul, que chilló de dolor, no sin antes de un manotazo, enviar ha Balkorft unos
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cuántos metros hacia atrás, dejándole mareado en el suelo. La sangre de la bestia regaba
la nieve, pero seguía plantando batalla al soldado que quedaba en pie.
Con un buen movimiento, el Kurgul consiguió desarmar al soldado, y cogiéndole por el
cráneo, el Kurgul se lo acercó a su deforme rostro, antes de arrojarle montaña abajo con
un chirrido devastador.
El Kurgul contempló su obra y como el Soldado se despeñaba en la lejanía, y a
continuación con un gesto de rabia se arrancó el cuchillo que Balkorft le había incrustado
en el abdomen. Se dio la vuelta dispuesto a rematar a Balkorft, y encontró a éste
empuñando de nuevo su espada, que ahora brillaba con un pequeño aura blanquecina, y
con los ojos cerrados parecía concentrarse.
El Kurgul gritó encolerizado, y comenzó su carga contra el solado, pero a pocos metros
de distancia, Balkorft abrió de súbito los ojos de par en par, y alzando su espada
descargó un potente mandoble a dos manos desde el cielo. La criatura consiguió parar el
golpe con dos de sus hachas, pero en el momento de que las hojas entraron en contacto,
una fuerte descarga eléctrica fue emitida por la hoja de Balkorft, haciendo que el Kurgul
perdiese parte de sus fuerzas, permitiendo a la poderosa espada seguir su curso y
amputar los dos brazos derechos del sorprendido Kurgul.
Sin embargo, éste parecía ser un poderoso adversario, y a pesar de la herida mortal, tuvo
fuerzas para de un manotazo, tumbar a Balkorft contra la nieve, saliendo despedida su
única arma que cayó a varios metros de distancia.
La abominable criatura se situó encima de él, evitando que se levantara; sacó un
cuchillo, y se preparó para clavárselo en el cuello, pero antes, su cabeza rodó por la
nieve a consecuencia del corte que el primer soldado atacado por el Kurgul le había
dado, después de haberse repuesto y vuelto al lugar de la batalla.
El Kurgul calló decapitado sobre la nieve, y el soldado acudió rápidamente en auxilio de
Balkorft.
􀀭 ¿Estás bien Capitán?
􀀭 Le has dado su merecido a esa maldita criatura del demonio- exclamó
Balkorft tosiendo sangre.
El soldado intentó levantar a Balkorft del suelo para atenderle, pero se percató que en su
caída, se había golpeado en la cabeza con una roca, y estaba mal herido.
􀀭 Tengo que llevarte rápidamente a Kablin. Estás mal herido.
􀀭 ¿Cuántos han caído? – Dijo Balkorft apesadumbrado...
El soldado miró a su alrededor y observó las consecuencias de la batalla.
􀀭 Parece que somos los únicos supervivientes capitán.
􀀭 Mal día tramar una trampa... Mal día – Dijo apenado Balkorft, antes de cerrar
los ojos y perder el conocimiento.
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Capítulo 1. Un mal despertar
La ventana de madera golpeaba el marco constantemente a consecuencia del fuerte
viento, cuándo Xian abrió los ojos. Se levantó, y después de soltar un pequeño bostezo,
abrió la ventana de la habitación. Una fuerte ráfaga de viento y nieve entró agitando su
media melena de cabellos negros como el carbón.
Rápidamente cerró y aseguró bien la ventana, antes de ponerse su habitual ropa de
trabajo y partir a trabajar al viejo molino.
Xian era lo que la gente llamaba un fornido muchacho. Tenía una fuerte y potente
musculatura esculpida a base de su trabajo diario en el molino. Era alto, rozando el
metro noventa, de cabellos oscuros con media melena que caía sobre sus hombros, y
unos ojos verdes que brillaban con un fulgor especial cuando los abría de par en par.
Tenía un porte elegante, y rasgos faciales finos que le hacía ser todo un galán cuando se
lo proponía, y de no haber sido por sus ropajes, más de uno podría haberle confundido
con un noble príncipe de ir bien ataviado.
Pero Xian no destacaba precisamente por sus vestiduras elegantes. Su ropa de diario
solían ser unos pantalones de color negro, y una camiseta de algodón sin mangas que le
quedaba ya un tanto pequeña y ceñida. Encima solía llevar una chaqueta de lana roja
oscura para los días alejados del verano, y si la nieve castigaba su ciudad, se cubría con
un abrigo largo de piel de lobo de las montañas.
Abandonó su habitación cerrando la puerta tras de si, y al entrar en el salón, le
sorprendió no ver a su Padre, por lo que se dirigió veloz a su habitación, donde
comprobó que no había pasado la noche en casa.
Xian se preguntó qué le habría pasado a su padre para no pasar la noche en casa, ya que
no solía pasarla fuera, y menos sin avisarlo. Sin embargo no le concedió mayor
importancia.
Se preparó un gran tazón de leche, acompañado de unas rodajas de pan untadas con
aceite, un pedazo de queso, y una hermosa manzana rojiza. Mientras disfrutaba de los
manjares, Xian observaba las paredes adornadas con Cotas de mallas, espadas curvadas,
y escudos con bellos símbolos en el centro, pertenecientes a su padre, y a sus tesoros de
guerra conquistados como soldado del Rey. Xian siempre soñó con seguir los pasos de
su padre, y convertirse en un gran guerrero que adornara las paredes de roble de su casa
con las armas y artefactos de guerra de sus hazañas y enemigos abatidos.
Aún guardaba con cariño el día en el que Xian con tan solo 10 años comenzó a
entrenarse en el arte de la lucha con su padre. Nadie podía enseñarle mejor que él, y
Balkorft le instruyó desde pequeño; pero siempre le dijo – Xian, no te estoy enseñando a
combatir, sino a defenderte, ya que la guerra solo es justificada cuando la libertad y las
personas a las que amas están en peligro-
Xian aprendió de él un amplio repertorio de movimientos, tanto atacantes como
defensivos, y pronto mostró un gran talento para la lucha, destacando sobre todo su gran
velocidad y agilidad con la espada.
Sin embargo el aprendizaje no fue sencillo ni mucho menos divertido. Tardó mucho
tiempo en tocar su primer arma, ya que según su padre, primero tenía que aprender a
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respetar a su enemigo, a estudiar y analizar todo lo que le rodea antes de los combates
para sacar ventaja cuando éste se iniciase, y sobre todo, le sometió a largas horas de
meditación y relajación en pos de que nunca jamás las prisas o la precipitación fuesen
capaces de nublar su buen juicio y precipitarle a una muerte segura.
Y cuándo todo esto hubo pasado comenzó a practicar con armas, pero no con armas de
acero, sino con palos de madera, varas de caña, o incluso los propios puños.
Tuvieron que pasar 3 años hasta que con la edad de 13 años, Balkorft le regaló por su
cumpleaños una espada forjada por él mismo. Era de bello porte, y cuidada en detalles, y
en seguida supo del valor que tenía y lo que a su padre le habría costado forjarla. No era
una poderosa arma mágica con las facultades que tenía la espada de su padre, sin
embargo, era ligera, veloz, y hecha a medida para Xian. Nardil fue su nombre desde ese
día.
Tardó tiempo en dominarla por completo, pero según pasaron los años Xian desarrolló
unas increíbles habilidades con la espada; pero no fue el único arma que aprendió a
utilizar, ya que su padre le instruyó del mismo modo en el tiro con arco, la embestida con
lanza, o la lucha con doble espada corta. De cualquier modo, en nada era comparable en
habilidad al manejo que llegó a alcanzar con Nardil, aunque en el tiro con arco también
destacaba por su aguda puntería.
Xian recogió la mesa y borró todo rastro de su reconfortante desayuno, y lo trasladó a la
cocina. Aún se sentía triste al entrar en ella y remover los recuerdos en los que veía a su
madre cocinando un buen estofado. Xian juró sobre su tumba, convertirse en alguien
importante, y hacer que su madre estuviera orgullosa de él.
Una vez secadas sus lágrimas, Xian cogió su abrigo y se dispuso a abandonar la casa. Al
abrir la gruesa puerta de madera, el viento volvió a irrumpir con dureza, y obligó a Xian
a cerrar la puerta con la mayor celeridad posible. La nieve inundaba las calles y tejados
de Kablin, y sus gentes se movían rápidamente de un lugar a otro protegiéndose como
podían de la furia de la tormenta.
Las calles empedradas, estaban cubiertas por una fina capa de nieve, y las casas de entre
2 o 3 plantas de altura protegían de la ventisca a Xian en su camino hacia el norte de la
pequeña ciudad donde se situaba el viejo molino en el cual trabajaba para ayudar en casa
con lo poco que ganaba.
Kablin no era una ciudad grande, ni mucho menos, más bien era pequeña, pero estaba
bastante evolucionada, con buenas y resistentes casas. Situada al pie de las montañas
Úmrath, sus gentes sobrevivían principalmente de la ganadería y de una pequeña mina de
la cuál extraían el mejor mármol de toda Thambia, que utilizaban como mercancía de
cambio para las grandes ciudades y sus majestuosos palacios y mansiones.
Antaño Kablin fue una ciudad de mayor importancia, principalmente por su cercanía al
mar al que se podía acceder fácilmente navegando río abajo, donde un gran puerto naval
era uno de los principales puntos comerciales del sur de Heirmund, garantizando un
masivo comercio de especias y víveres entre Lordtan y Dopherine.
Sin embargo las guerras y el distanciamiento entre las poblaciones de las distintas islas,
terminó por hacer que el comercio naval quedase obsoleto, y Kablin pasase a ser una
ciudad casi olvidada.
Xian tomó la calle principal de la Ciudad en dirección Norte. Ésta calle era con
diferencia, la calle más transitada de todo Kablin. Era lo suficientemente ancha como
para poder pasar cuatro carruajes al mismo tiempo, y era donde se desarrollaba la mayor
parte de la vida comercial de la ciudad. Allí estaban los edificios de mayor envergadura, y
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comunicaba la entrada norte, con el centro de la ciudad donde se encontraba la plaza de
Kablin y su templo, construido en honor a Azula, y el orgullo de sus habitantes.
Una fuerte mano sobre su hombro sacó a Xian de sus pensamientos.
-¿Dónde crees que vas tan rápido sin antes ir a ver a tu mejor amigo? – Dijo con
voz ronca un muchacho situado a la espalda de Xian.
- Yo no tengo ningún amigo, al menos ningún amigo que su cara sea digna de
ver- Respondió con una sonrisita Sarcástica.
- Maldito saco de pulgas, algún día te daré tu merecido – dijo cogiendo a Xian
por la cabeza y haciéndole alguna que otra carantoña.
Cauros era su amigo incondicional desde su juventud. Era un año mayor que él y era el
hijo del Herrero, gran amigo de su padre. Siempre inseparables, Xian y Cauros pasaron
su infancia escapándose de Kablin a las montañas en busca de aventuras, que
generalmente terminaban con una gran reprimenda por parte de sus padres. Solían
practicar juntos el arte del combate cuerpo a cuerpo, y casi siempre solía ganar a
Cauros, que a pesar de ello era un gran luchador. Era algo más bajo que Xian, pero en
cambio tenía una fuerza inigualable. De complexión fuerte, manejaba diestramente el
hacha, y ningún muchacho en todo Kablin osaba plantarle cara. Tenía el pelo castaño y
muy corto. Lucía unos bonitos ojos castaños, y una perilla que lucía con orgullo al igual
que su padre.
􀀭 Creo que vas a llegar tarde al trabajo como de costumbre – Dijo Cauros soltando
a Xian
􀀭 No me gusta perder las viejas costumbres.
􀀭 Pues espero que recuerdes eso y después te pases a entrenar un poco esa espada.
Hoy estoy seguro de que el Hacha vencerá a la espada.
􀀭 Eres más lento que un oso Cojo – Le contestó Xian con una nueva sonrisa. –
Mientras no seas más rápido, no podrás vencerme
􀀭 Ya lo veremos amigo, ya lo veremos. Lo mismo te sorprendo.
Luego nos vemos, no te retrases más.
Y diciendo esto, Cauros emprendió su camino a grandes zancadas, dejando a Xian
observando a su amigo alejarse y mezclarse entre la gente que ya abarrotaban las calles.
Cuándo Xian salió por el lado norte de Kablin, pudo ver las Úmrath en todo su
esplendor, con sus laderas totalmente blancas a consecuencia de la nevada, y al pie de las
montañas el Viejo Molino, con sus aspas girando con viveza debido a la poderosa fuerza
del viento.
􀀭 Hoy tendré bastante trabajo, será una buena jornada- Pensó Xian viendo el
frenético movimiento de las aspas.
Miró por última vez a Kablin antes de comenzar el último tramo del ascenso al Molino.
A Xian le encantaba contemplar su ciudad natal desde aquella posición. Los tejados de
los edificios estaban cubiertos de nieve en su totalidad, podía ver a sus habitantes
moverse de un lado para otro como pequeñas hormigas a las que observa un muchacho,
y en el centro, el gran Templo de Azula, que se alzaba majestuoso con sus campanas
plateadas, y la de la gran cúpula central.
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Xian se movían dando grandes zancadas entre la nieve, cuándo no muy al norte, vio
descender por la ladera una figura humana. Caminaba despacio, encorvada, y arrastraba
algo tras de sí, que había dejado un gran surco.
Xian se apresuró hacia la figura, y según fue acercándose comprobó que era un soldado,
uno de los compañeros de su padre Balkorft, y lo que arrastraba era una pequeña tabla
de madera, que atada a su cuerpo con una soga, permitía al soldado arrastrar algo de
gran peso. Xian intensificó su paso, hasta que el soldado lo vio, y le gritó.
􀀭 Xian rápido, necesito tu ayuda, tenemos que llevarle a un médico cuánto antes...
Xian llegó raudo, y comprobó con horror como el cuerpo de su padre Balkorft estaba
tendido sobre la tabla que el soldado arrastraba con dificultad
􀀭 ¿Qué ha pasado? ¿Qué le ha pasado? Habla, dime algo – Dijo Xian cogiendo por
el pecho al soldado, que rápidamente se lo quitó de encima.
􀀭 No hay tiempo para explicaciones – Dijo el soldado con voz firme. – Tenemos
que llevar a tu padre ante un médico cuánto antes. Se ha golpeado en la cabeza, y
está mal. Han sido 4 horas de duro descenso, y no creo que aguante mucho más.
Xian cogió a su padre con fuerza, y se lo cargó al Hombro. Los años trasportando
pesados sacos en el Molino habían dotado de Xian de una gran fuerza capaz de soportar
grandes pesos, y transportando en volandas a su mal herido padre, se apresuró a
llevarle ante el curandero de Kablin.
La gente se apartaba al ver a Xian avanzar por las calles del pueblo, y sus cuchicheos
hacían al joven muchacho aumentar más si cabe su afán por llegar cuánto antes a la casa
del curandero, situada en la zona noble de Kablin.
Por fin llegó a una casa de gruesa piedra, de unos 15 metros de altura, con una cobriza y
gruesa puerta a la que llamó con repetidas patadas.
Un hombre de unos 46 años de edad abrió la puerta. Era canoso, y llevaba puesto una
bata blanca que le cubría por completo.
􀀭 ¡Dios mío!, ¿qué ha pasado? Rápido, súbelo a mi cuarto de curas y déjalo sobre
la camilla- dijo el curandero al ver a Xian con Balkorft en sus hombros.
Xian subió por unas estrechas escaleras de madera que crujían al pisar cada escalón, y
entró en la primera puerta que quedó a su derecha al final de las escaleras. Era una sala
de curaciones fría e inhóspita. En el centro había una Camilla donde depositó a su mal
herido padre. Decenas de utensilio operatorios colgaban en la paredes de la sala ce curas,
y un gran ventanal redondo permitía penetrar los rayos solares, que iluminaban
directamente la Camilla.
Unos crujidos de madera avisaron de la llegada del Curandero, que ataviado con guantes
entró a toda prisa en la sala.
􀀭 Se ha Golpeado la Cabeza. Ha debido perder mucha sangre. No permita que le
ocurra nada malo por favor – Inquirió Xian con lágrima en los ojos.
Ataviado con sus guantes, examinó a Balkorft, mostrando especial interés en la herida
que tenía en la cabeza, y que había sido taponada con un trozo de tela rasgado.
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􀀭 ¿Podrá hacer algo? – exclamó Xian nervioso
􀀭 Ahora no sirve de nada que estés aquí. Necesito hacer mi trabajo con
tranquilidad. Puedes esperar abajo si eres tan amable- Dijo el curandero
señalando con la vista la puerta. Allí una dama ataviada con ropas blancas hizo un
gesto a Xian.
􀀭 Ven muchacho. Vamos abajo, te prepararé algo de bebida caliente, y podrás
esperar y apaciguar los nervios – dijo la mujer con una voz dulce como la miel.
Resignado y viendo que era lo mejor, Xian volvió a descender los escalones siguiendo a
la mujer de blanco, que le llevó hasta una gran sala adornada con bonitos cuadros y
exóticas plantas, donde una gran mesa de roble situada en el centro hacía de anfitriona en
grandes banquetes. Pieles de osos cubrían el suelo, y hermosas piezas de Caza colgaban
de las paredes haciendo de la sala un lugar apacible y confortable.
- Toma asiento por favor. Te traeré un poco de Te caliente para que entres en
calor y ésta fría mañana no pase factura. No te preocupes, el doctor es bueno;
sabrá cuidar de vuestro padre muchacho – dijo la mujer abandonando la sala por
una pequeña puerta de madera que debía conducir a la cocina.
Al poco tiempo, la dama volvió a entrar en la sala sosteniendo una brillante bandeja de
planta con una tetera, y una pequeña taza azul.
􀀭 Aquí tienes un poco de té caliente – dijo la dama mientras vertía el caldo caliente
en la taza azul – Bébetelo antes de que se enfríe. Te ayudará a calmar los nervios
y a entrar en calor.
Con una leve sonrisa, Xian cogió la taza con cuidado de no quemarse, y le dio tres
pequeños sorbos que le ayudaron a calentarse por dentro.
􀀭 Muchas Gracias por el té. ¿Hace mucho que trabaja para el doctor? No recuerdo
haberla visto antes por aquí – preguntó Xian mientras dejaba nuevamente la taza
sobre la resplandeciente bandeja.
􀀭 Pues la verdad, no mucho. Hace unas 2 semanas que el buen Doctor vio partir a
su hija a la gran ciudad para poder seguir sus progresos y estudios sobre la
composición de los minerales. Me ofreció un trabajo para poder ayudarle en sus
tareas domésticas y aquí estoy. Yo tampoco te había visto por Kablin en lo que
llevo aquí, y de haberte visto, no habría sido posible olvidar a un muchacho tan
apuesto.
El comentario de la mujer hizo que Xian se sonrojara y mirase hacia el suelo. Con su
bonita melena morena, sus fuertes brazos, y sus preciosos ojos verdes había sido
siempre un objeto de deseo para las muchachas de Kablin, pero no estaba acostumbrado
a que una mujer, mucho mayor que él le lanzara un piropo.
􀀭 Por favor, no te ruborices... – Dijo la mujer al ver el gesto de Xian – No debes
mal interpretarme, una mujer tan avanzada en edad como yo en numerosas
ocasiones no sabe medir su lengua, pero debes aceptar que la belleza no es
motivo para ruborizarse, sino de orgullo. Tienes suerte muchacho, y suerte
tendrá quien conquiste tu corazón. Pero mejor será que me calle, porque una
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vieja rechoncha como yo empieza ya hablar nuevamente demasiado. Siempre me
pa....
La frase fue interrumpida por el sonido del Doctor al abrir la puerta del comedor. Xian
se levantó rápidamente, y se dirigió al doctor.
􀀭 ¿Cómo está doctor? ¿Se curará?
- Tu padre está despierto chico. Quiere verte. Será mejor que subas.
Xian se apresuró a subir los escalones de madera con destino a la sala de curas. Al entrar
cerró la puerta, y vio como su padre giraba la cabeza. Tenía un aparatoso vendaje que le
cubría casi la totalidad de la cabeza y con una voz ronca le dijo a Xian.
􀀭 Ven aquí hijo mío, hay algo que debes saber, y creo que es el momento de que lo
sepas.
􀀭 ¿Qué tal estás padre?
􀀭 Escúchame Xian, no tengo tiempo que perder en estos momentos. Préstame toda
tu atención hijo – Dijo Balkorft interrumpido por la tos.
􀀭 Te escucho padre.
􀀭 Muy bien. Como bien sabes, yo serví durante muchos años al rey Benerio en la
lejana ciudad de Itaras. Desde allí, Benerio gobernaba con sabiduría su reino, que
abarcaba desde las montañas Togard hasta el Este, donde el Océano nos separa
del resto de las islas. Siempre fue un buen rey con un buen corazón y buscó
siempre lo mejor para todos los habitantes de su extenso reino. Allí me convertí
en un gran soldado, hasta el punto de servir directamente al rey y ser considerado
por muchos como su mano derecha, y por él hubiese dado gustoso mi vida si
hubiese sido necesario.
Benerio engendró un único hijo y heredero, el príncipe y actual rey Cares. Cares
al contrario que su padre era ambicioso y desde pequeño siempre incitó a su
padre a ampliar sus fronteras, pero su sabio padre jamás escuchó sus palabras, e
intentó educar a su hijo a su imagen y semejanza, labor en la que fracasó
rotundamente para desgracia de todos - La frase se cortó nuevamente por la tos.
􀀭 ¿Pero qué tiene esto que ver ahora padre. Conozco perfectamente la gran
mayoría de hechos que me estás relatando - Dijo Xian tocando la frente de su
padre.
􀀭 No me interrumpas, y escucha toda la historia – Dijo Balkorft cogiendo la mano
de su hijo. – Como iba diciendo, cierto día el Rey Benerio me envió a la Togard
al frente de su ejército para hacer frente a un grupo de Kurgul que bajaba de las
montañas a cometer atroces carnicerías. La batalla resultó una emboscada de los
Kurgul y aunque conseguimos dar caza a las abominables criaturas, todo mi
ejército fue vencido, o emprendió la huida. Yo resulté herido, aunque no de
gravedad, y en un despiste, resbalé y caí por una grieta entre unas rocas. Cuándo
desperté no sabía cuánto tiempo había permanecido inconsciente, ni sabía donde
estaba. Solo unos pequeños rayos de luz se colaban por la grieta situada a unos
12 metros por encima de mi cabeza. No podía escalar, a sí que decidí seguir el
pequeño sendero que conducía a las entrañas de la montaña en busca de una
salida. Cuándo aún no había dado ni 15 pasos, tropecé con algo y volví a caer al
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suelo. Me levanté y comprobé con sorpresa que el objeto que había propiciado
mi caída, no era otro que la empuñadura de una espada hendida en la tierra. Cogí
con fuerza la empuñadura, y tiré de ella para liberar a la espada de su cautiverio,
y mostrar al salir de él, una hoja rojiza como las llamas de una hoguera, y unas
hermosas escrituras a lo largo del rojo metal. Me quedé fascinado ante la belleza
de aquella arma, y tuve una sensación de poder y grandeza al esgrimirla, que
jamás podría describir. Guardé la espada en unos trapos, y me introduje en la
oscuridad de la montaña. No sé cuantos días pasaron, ni las penurias que me tocó
sufrir, pero al fin divisé algo de claridad en la absoluta oscuridad y
arrastrándome por la montaña, conseguí salir de ella a través de una pequeña
grieta. Luego, no recuerdo nada más, me desmayé y cuándo volví a abrir los ojos
estaba en una cómoda alcoba del Castillo de Itaras. Por lo que me contaron, perdí
el conocimiento, pero ante las noticias de la emboscada de los Kurgul, el Rey
envió otra hueste de hombres en busca de los posibles supervivientes, y allí me
encontraron, tirado en el suelo, y amarrando con fuerza una espada rojiza.
Luego me trajeron al castillo donde me recuperé de mis heridas. La espada fue
entregada al rey cuándo yo estaba inconsciente. No se muy bien por qué, pero
esa espada tenía algo, algo mágico, algo extraño, que me hizo desearla con
fuerza, y por ello fui a ver al rey para preguntarle por ella. Cuándo llegué a la sala
del trono pude escuchar una fuerte discusión. Benerio discutía de forma airada
con su hijo Cares, y el motivo de la discusión no era otro que la espada que yo
había encontrado. Cares hablaba de utilizarla contra nuestros enemigos, que era
una absurdez ignorar su poder, y que debíamos utilizarla para doblegar a los
reinos que se opusieran a su dominio. Naturalmente Benerio se negó en rotundo,
y le escuché como le dijo a su hijo que esa espada no debía haber sido encontrada
jamás. En ese momento me asomé por la puerta, y vi como el rey tenía en sus
manos la espada, cuándo en ese momento Cares arrebató con un rápido
movimiento el arma a su padre y se la clavó en el abdomen provocándole la
muerte.
􀀭 ¿Quiere decir que el actual rey fue el Asesino de su propio padre? – dijo Xian
interrumpiendo el relato.
􀀭 Déjame terminar hijo mío. Si, Cares asesinó a su propio padre. Cuándo vi lo que
hizo, sin para a pensar las consecuencias que podría tener, desenfundé mi espada
y ataqué con furia al Asesino del Rey. Mi espada chocó con violencia contra la
espada roja, y entonces contemplé incrédulo como mi acero se partía en dos
antes las risas de Cares. - ¿Crees que puedes detenerme asesino del Rey – Me
dijo apuntándome con la espada- Ahora nadie me detendrá, y con ésta espada
doblegaré al mundo a mi antojo. Mi padre... era prescindible. Hace ya años que
tenía que haberme dado el trono pero no se fiaba de mí... Ingenuo – gritaba Cares
amenazante. En ese momento aproveché para asestarle un fuerte puñetazo y un
golpe en la entre pierna que le hizo caer al suelo soltando la espada. Aproveché
ese momento para arrebatársela, y emprendí la huida ante los gritos de auxilio a
los guardias del traidor de Cares.
Fui acusado de asesinar al Rey Benerio, por el que gustoso habría dado mi vida, y
me vi obligado a huir y convertirme en un proscrito, pero algo dentro de mi, me
hizo entender que no podía dejar que Cares tuviese en su poder esa espada.
Decidí esconderla, y hacerlo en un lugar tan seguro, como para que Cares no
pudiese encontrarla jamás. En mi huida desesperada hacia el sur, llegué al bosque
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de Bedenz. Allí decidí refugiarme hasta que mi búsqueda se enfriase un tiempo, y
fui allí donde escondí la espada. Pasé 2 largos años en soledad en Bedenz donde
sobreviví gracias a la caza. Pasados esos 2 lagos años decidí abandonar el
bosque, y bajo el nombre de Balkorft, emprendí una nueva vida en Kablin. Allí
conocí a tu madre, y allí naciste tú. Cares nunca e abandonado la búsqueda de la
espada, y jamás la abandonara mientras viva, al igual que nunca dejará de
perseguirme. Afortunadamente he pasado inadvertido para él durante 22 años, y
nunca fue tan inteligente como su padre. Quiero que busques esa espada Xian, y
quiero que encuentres las respuestas que yo no pude encontrar. En mi viejo baúl
encontrarás un manuscrito. Ahí describí como encontrar la espada. Recógelo y
emprende su búsqueda – Dijo Balkorft mirando a los ojos de su hijo.
􀀭 Pero padre, no quiero irme sin ti. Esperaré a que te recuperes e iremos juntos.
􀀭 ¿No lo entiendes Xian? Yo no podré ir. Me muero. El golpe que me di ha
provocado un coágulo de sangre y el doctor no puede hacer nada – le dijo a Xian
agarrándole de la mano con lágrimas en los ojos.
Xian rompió a llorar y acurrucó su cabeza en el pecho de su padre.
- No llores hijo mío. No debes sentir pena. Mi hora ha llegado, era consciente de
ello hace tiempo. Un sueño extraño que tuve hace unos días me reveló mi muerte, y en
ese mismo sueño volvió aparecer la Espada roja. No sé muy bien explicar la razón, pero
las cosas deben darse como se están dando, y la espada debe ser rescatada de nuevo. Sea
como fuese, tú eres la persona que debes hacerlo, y no creo que fuese casualidad ni que
yo la encontrara ni que tú ahora partas en su busca. Tenemos que aceptar el destino
Xian. Ve a casa y trae el manuscrito, te enseñaré a descifrar sus explicaciones. Corre.
Xian se secó las lágrimas de sus ojos, y corrió a su casa en busca del manuscrito.
Por el camino no dejó de pensar en las palabras de su padre. ¿Por qué le había mantenido
todo eso en secreto hasta hoy? ¿Por qué jamás le habló de la espada? Y sobre todo se
preguntó qué cualidades tendría esa espada, de donde había salido, y por qué Cares la
deseaba con tanto ahínco.
A Xian le costaba trabajo asimilar que el Rey Cares hubiese matado a su propio padre.
Los conflictos bélicos así como su afán de conquista y gloria eran conocidos en todo
Thambia, pero sin embargo desde pequeño siempre le habían expuesto como un rey
benévolo, sabio, y bueno con el pueblo.
En cualquier caso, el muchacho sospechaba que su padre sabía mucho más de lo que le
había contado, y por ello decidió preguntar a su padre en cuanto volviese a la casa del
curandero.
Xian irrumpió con prisas en la casa, y rápidamente se apresuró en dirección al baúl
situado en la habitación de su padre, donde debía de estar el manuscrito al que su padre
se había referido. Allí lo encontró, en el fondo del viejo baúl donde su padre escondía sus
bienes más preciados. Estaba enrollado sobre si mismo, y atado con una fina cuerda roja.
Xian cogió el manuscrito y se apresuró a casa del curandero y cuando llegó llamó a la
puerta con fuerza.
El curandero abrió la puerta, y su cara era el vivo gesto de la tristeza.
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- Lo siento muchacho. Tu padre ha muerto.
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Capítulo 2. El Manuscrito
Tres noches pasaron desde que dieron sepultura a Balkorft, y fueron tres noches en las
que las lágrimas no abandonaron los ojos de Xian. Se encerró en su cuarto y no quiso
hablar con nadie, ni siquiera con sus más allegados. No quiso tan siquiera ver a gran
amigo Cauros que se pasó horas delante de su puerta intentando que hablaran. Se sentía
solo en el mundo, y apesadumbrado después de haber perdido a su madre y ahora
también a su padre. Durante tres días no dejó de pensar en los momentos que pasaba con
su padre, en la admiración que sentía por él, y en lo solo que se sentía ahora que no
estaba su padre para guiarle en la vida. Pero después de tres noches llorando, las
lágrimas parecieron agotarse. Comenzó a recordar con cariño sus batallas de aprendizaje
con palos y cañas, aunque aún le dolían lo moretones producidos por las estocadas de su
padre. Era rápido como una serpiente. Xian recordó durante esos días cada una de las
enseñanzas impartidas por Balkorft, y se dio cuenta de cuanto bien le había enseñado e
instruido. Estos pensamientos le hicieron endurecerse, y en éstos tres días, algo muy
dentro de Xian cambió, y se dio cuanta que su destino no era pasarse los días llorando en
una habitación, se lo debía a su madre, y sobre todo se lo debía a su padre.
Se levantó con firmeza, y se arrancó la camiseta con fuerza despedazándola en dos para
luego mirarse al espejo que tenía en su habitación y comprobó lo que éste reflejaba.
􀀭 ¿Quién soy? –se preguntó el muchacho al verse en el espejo. Su cuerpo
musculoso y sus ojos verdes enrojecidos por las lágrimas dieron paso a una
expresión de grandeza y orgullo.
􀀭 Soy el hijo de Balkorft –Se dijo así mismo. – No pienso dejar que todo lo que me
enseñaste caiga en saco roto. No pienso dejar que tu nombre sea borrado como
se borran las huellas en la nieve. No pienso dejar que la historia te olvide. Padre,
haré que te sientas orgulloso de mi, y siempre guiado por tus enseñanzas, viviré
para hacer realidad mis sueños y los tuyos. Haré lo que me dijiste padre,
recuperaré esa espada y encontraré las respuestas que en su día no pudiste hallar.
Y siempre vivirás dentro de mi, cada día, ayudándome a tomar las decisiones
adecuadas, porque ahí, dentro de mi es donde siempre serás inmortal. Has
muerto en vida, pero mientras tus enseñanzas vivan en mi, nunca morirás padre.
Ahora seré fuerte, como me pediste, y afrontaré el destino con coraje y nobleza.
Como querías. Como me enseñaste.
Una vez se retiró del espejo, salió de la habitación. Allí tirado sobre el suelo, se
encontraba su buen amigo Cauros dormido sobre el frío suelo, y a su lado el manuscrito
que su padre le había ordenado llevar a la casa del curandero. Lo recogió y se sentó en el
sillón de piel en el que su padre solía sentarse a fumar mientras descansaba los pies y se
calentaba al fuego de la chimenea. Metió unos cuántos leños en la chimenea y los prendió
fuego. No tardó en crearse una bonita y anaranjada hoguera en la que imitando los
gestos de su padre, se calentó los pies. A la luz de la hoguera desenrolló el pergamino y
contempló con curiosidad su contenido.
􀀭 ¿Qué es esto? – exclamo Xian con asombro.
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El interior del pergamino no venía más que una frase, la cuál era ilegible. Parecía un
lenguaje extraño, seguramente el utilizado en el reino de Itaras y hace ya decenas de años
olvidado. Xian leyó con detenimiento el contenido del Manuscrito:
Guesi el Nomica Zula tahas le quetanes ed talcris, y joba le tegangi ed radema
rastraconen al jaro dapaes
Debajo de ellas, parecía haber unos símbolos extraños medio borrados ya por el paso del
tiempo que no alcanzaba tampoco a comprender. Sin embargo
Xian leyó varias veces la frase en busca de algún significado, pero no comprendía ese
extraño idioma. - ¿Qué se supone que debo hacer ahora? -se preguntó. – No puedo
entender éste idioma, y no se si alguien podrá hacerlo. Quisiste ayudarme, pero pereciste
antes padre. ¿Ahora qué hago? Solo sé que debo buscar en el bosque de Bedenz, y eso
suponiendo con que sea su verdadero paradero. No he empezado y ya no puedo
continuar padre. ¿Qué debo hacer?
Con lágrimas en los ojos, Xian dejó caer el manuscrito al suelo y se quedó observando
como las llamas devoraban la madera chisporroteando y consumiendo todo a su paso.
Detrás suyo aún en el suelo, Cauros dio un medio jiro y soltó un par de roquidos agudos
para volver a un profundo sueño.
Una leve sonrisa se esbozó en el rostro de Xian al comenzar a recordar sobre las llamas,
los recuerdos en los que su padre le enseñaba ya con 10 años a como empuñar la espada.
Al principio le resultaba tremendamente difícil, y se tambaleaba como si fuese un martillo
pesado que sostenía a duras penas con las dos manos. – Cógela con fuerza Xian – le
decía su padre – Debes erguirte, mantener la espalda recta, y los pies en el suelo.
Recuerda que el equilibrio lo es todo. Debes ser como un árbol, siempre arraigado al
suelo, y luego moverte con agilidad, como un gato, sin perder de vista a tu adversario.
No trates la espada como algo pesado, no dejes que ella te domine, o eso será tu fin.
Concéntrate, y coordina tus movimientos…
Le costó varios años dominarla por completo, pero finalmente terminó siendo un
excelente espadachín, pero su padre siempre le recordaba lo mismo.
􀀭 Desconfía de tu rival Xian, porque por muy bueno que seas, siempre podrá haber
alguien más fuerte que tú. Subestimar al rival puede ser tu fin, pero esto puede
salvarte la vida al mismo tiempo. Consigue que tu enemigo piense que él se más
fuerte, que tú jamás podrás con él, y cuando se confíe y baje la guardia, entonces
debes aprovecharlo y abatir a tu adversario. Recuerda confiarse significa el fin, no
comentas tú el mismo error. Eres un excelente espadachín, pero te queda mucho
por aprender. Lamentablemente yo no creo que pueda enseñarte más. Algún día
encontrarás alguien que te haga ser aún mejor.
Los recuerdos sobre su infancia se sucedían entre las llamas, y por un momento Xian era
feliz nuevamente. Recordaba cuándo iba a cazar con su padre, y aprendía las
características de los Kurgul y sus puntos débiles, o cuándo jugaban a adivinar palabras
de memoria escritas al revés, o cuando…
􀀭 ¡¡Un momento!! –dijo Xian exaltado. Palabras escritas al revés. Eso es. Xian
recordaba perfectamente uno de sus juegos favoritos, y en las llamas pudo ver las
imágenes de los recuerdos, en las cuales su padre le decía una palabra escrita al
revés, y Xian tenía que darla la vuelta para conocer su significado. Eso es, puede
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que el pergamino… Y abrió nuevamente el pergamino mientras la hoguera ardía
más que nunca, y se pudo ver en ella lo que parecía el rostro sonriente de
Balkorft.
􀀭 Debe de ser eso – dijo Xian leyendo nuevamente la frase. - Ya lo tengo, cada
palabra está escrita al revés. Así pues, la frase ordenada del modo correcto
quedaría así:
Sigue el camino azul hasta el estanque de cristal, y bajo el gigante de madera
encontraras la roja espada
Xian quedó complacido al comprobar que la frase ya adquiría sentido, aunque no
terminaba de comprender su significado. Pero ya sabía algo más. Su destino era el
bosque de Bedenz, y una vez allí trataría de localizar algún tipo de sendero o camino
azul.
Entonces el reloj sonó. Eran las 2 de la madrugada.
􀀭 Creo que me iré a descansar. Mañana comenzaré a seguir mi destino si es que en
verdad el destino existe.
Xian se dejó caer en la cama abatido, ya que hacía noches que no conseguía conciliar el
sueño y ahora que tenía un objetivo, había abandonado la tristeza que le impedía dormir.
Se quedó mirando al techo de su habitación, con los ojos medio cerrados, y
recapitulando la larga lista de cosas que necesitaría en su viaje. De pronto, un llanto
emergió en la noche. Provenía del salón de su casa. Xian se sobresaltó, y se apresuró a
salir de la cama y ponerse algo de ropa para no enfermar en la fría noche. Abrió la puerta
de su habitación despacio y pudo ver dos siluetas en el salón. La sorpresa se reflejó en el
rostro de Xian cuándo comprobó que al darse la vuelta la primera silueta, era su padre. A
su lado, la otra silueta ataviada con una verde túnica, no dejaba ver su rostro, y tenía en
brazos a un niño recién nacido. El niño lloraba sin parar mientras la silueta cubierta con
la túnica la mecía. ¿Sería su madre? Se preguntó Xian. De pronto, el tono del llanto
cambió. La luz se hizo más rojiza y su padre se sobresaltó, desenfundado la espada. Una
risa sarcástica emergió de la noche, convirtiéndose en una silueta borrosa. Ésta silueta
avanzó amenazante hacia las otras 3, blandiendo una espada negra. El llanto del niño
paró abruptamente cuándo la espada negra cargó contra su padre, y en ese momento
Xian despertó jadeante y sudando. Estaba en su cama y acababa de empezar a amanecer.
􀀭 Todo ha sido un sueño – Dijo Xian tranquilizándose mientras se secaba el sudor
de la frente y las lágrimas que habían caído por su mejilla.
Como ya no podía conciliar el sueño, se levantó y se dispuso a desayunar algo antes de
empezar a preparar los utensilios que llevaría en su viaje. Cauros ya no dormía en el
suelo y parecía haberse marchado así que preparó un tazón le cheche caliente, y
posteriormente tomó algo da mantequilla untada sobre pan tostado, y un trozo de Queso
fresco. Mientras comía empezó a meditar lo que necesitaba.
Debía llevar comida, aunque tampoco mucha, debido a que no podía ir en exceso
cargado, y podía cazar algo con su arco. La bebida tampoco era problema, ya que
durante la primera etapa del viaje podría derretir nieve, o rellenar sus cantimploras con
los muchos riachuelos que encontraría en las montañas, o en los valles cercanos a ella. Al
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pensar en la montaña, se dio cuenta que necesitaría llevar una cuerda, que siempre es
necesaria en la montaña, y su juego de piedras para poder prender leña y calentarse.
Su plan en un principio era cruzar las montañas, y luego tomar el río con alguna balsa
que improvisara, remontarlo hacia el norte, ya que a pesar de dar un mayor rodeo para
llegar al bosque de Bedenz, por el río iría más rápido y le permitiría tener agua y comida
abundancia gracias a la pesca. Eso le recordó que debía llevar su vieja caña de pescar.
Una vez decidido tolo lo necesario, recogió su desayuno, y pensó en lo que debía llevar
en relación a su propia seguridad. Sería un camino peligroso y debía de estar preparado
ante cualquier eventualidad. Recordó con resignación como su espada había sido
mellada hacía unos días en uno de sus combates de entrenamiento con Cauros, lo cuál le
dejaba sin espada. Decidió entonces coger la vieja espada de su padre. Él la llamaba
Nenakht. Era un regalo del Rey, que se la obsequió después de que le salvara la vida en
una batalla arriesgando la suya propia enfrentándose al líder de un poderoso ejército que
atacó su reino hace ya muchos años; o al menos eso siempre le dijo Balkorft. Nenakht
era plateada, y tremendamente liviana. Tenía en la hoja, gravados en oro, los emblemas
de la guardia real de Itaras, y unas gemas rojas incrustadas en la empuñadura. En la hoja
tenía gravados unos pequeños símbolos ilegibles de un color algo más claro que el
plateado de la hoja, y ésta a su vez, reflejaba el rostro de Xian como si de un espejo se
tratase.
Su valor debía de ser bastante elevado, y toda una pieza codiciada por cualquier guerrero
debido a lo fácil que resultaba manejarla y el perfecto equilibrio que aportaba al guerrero
que la blandiese. Xian se alegró al comprobar que su estado era óptimo, y estaba
perfectamente afilada.
Una vez preparada la mochila con todo lo necesario, se enfundó a Nenakht y en el
cinturón metió su cuchillo de caza. Desmontó su viejo arco y lo acopló a su espalda
junto con un Carcaj con una treintena de flechas de plumas blancas.
Se abrigó bien, cogió los guates de cuero que utilizaba en el molino, y salió a la calle, no
antes sin asegurar bien las ventanas de su casa, y cerrar bien la puerta de forma que su
casa quedase segura y ahorrarse sorpresas cuándo volviese; si es que volvía.
Eran las 6:00 de la mañana, y aún no había casi nadie por las calles, a si que decidió
pasarse primero por el Templo de Azula antes de partir para dedicarse unos breves
momentos de reflexión. La noche había sido fría, pero parecía que la hola de frío remetía,
y poco a poco, el crudo invierno iba alejándose.
Cuándo llegó al Templo, no pudo evitar echarle un vistazo a los adornos de su fachada, a
las ventanales, a los demonios de piedra que decoraban sus tejados y cornisas, y a la gran
estatua con ojos de Gemas azules que simbolizaba a Azula y que custodiaba la entrada al
templo.
Si por fuera el tempo era bello, por dentro no había palabras para describirlo. Se dice que
el Templo ya estaba ahí antes de que se crease Kablin. Nadie sabe quién lo creó pero hay
varios rumores acerca de ello, sin embargo ninguno ha sido probado. Lo cierto es que el
Tempo fue lo primero en ser construido, y era tal su belleza y la cantidad de gente que
iba a verlo, que alrededor suyo empezó a fundarse la ciudad de Kablin. Esto explicaba
porqué el Templo tiene tantas riquezas y tanta belleza, cuándo Kablin en si no es una
ciudad rica ni próspera.
En el interior del Templo, había grandes estatuas de piedra y mármol, ventanales que
dejaban entrar los rayos solares e iluminaban de forma perfecta el camino que debían
seguir los viajeros hasta el final del Templo, donde una gran estatua de Azula se alzaba
majestuosa empuñando una espada en su brazo izquierdo y un libro en su brazo derecho.
Dice la leyenda, que el libro es donde Azula escribió todas y cada una de las leyes que
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rigen el mundo, desde la salida del sol, hasta el movimiento de las ramas de los árboles
con el viento. La espada en cambio simboliza su autoridad hacia todo aquel que renegase
de las normas escritas en el libro.
El resto del Templo estaba adornado con bonitas bóvedas, cuadros con marcos dorados,
y espléndidos murales creados en oro puro, o fina plata de la más alta calidad. La única
razón por la que el templo no era Saqueado, era por la leyenda de que Azula habita en él,
y lo protege de todo aquel que entre con intenciones malignas. Ésta leyenda fue
acrecentada cuándo hace unos 23 años según cuentan en la ciudad, un par de busca
tesoros se colaron en el templo por la noche para intentar hacerse con todo lo que
encontrase de valor, y al día siguiente fueron encontrados calcinados y decapitados en el
suelo del Templo. Desde entonces nadie ha osado entrar en el templo con intención de
profanarlo, y gracias a ello el templo permanece abierto durante la totalidad del día y de
la noche.
Xian dedicó unos diez minutos a reflexionar en el interior del templo. Dedicó unas
cuántas oraciones a Azula pidiendo que cuidase de su padre donde quiera que estuviese,
y que le diese valor en éste nuevo reto que se abría ante él.
Una vez finalizada la oración abandonó el templo, y en cuanto salió a la calle contempló
como una figura le observaba desde un rincón oscuro de la calle. La figura avanzó. Tenía
una capa Negra que le cubría la totalidad de su cuerpo, llevaba puestos guantes para
protegerse del frío, y en la espalda le colgaba un gran Hacha plateada.
􀀭 ¿No se te ocurrirá marcharte sin mi verdad? – Dijo Cauros retirándose la
capucha.
􀀭 ¿Cómo sabes que me marcho?
􀀭 ¡Qué pregunta!. Te conozco desde que éramos pequeños. Sé que algo así te
rondaba la cabeza. Y hará unos 20 minutos te vi pasar por enfrente de mi casa, y
bueno…. Viendo espada en cinto, carcaj, mochila… no hay que ser muy
perspicaz para deducir que no te vas a quedar. Por su puesto, no pienso
detenerte, pero sí voy a acompañarte.
􀀭 De ninguna Manera – Contestó efusivamente Xian acercándose a su amigo.
􀀭 No pienso dejar que te marches solo. No se a donde vas, pero tampoco me
importa, pienso acompañarte.
􀀭 No puedes marcharte. Tú tienes aquí una vida, una profesión. A mi ya nada me
ata aquí, y tengo un asunto que cumplir.
􀀭 No me obligues a Sacar el Hacha Xian – Contestó amenazante Cauros – Estoy
arto de la vida aquí. Quiero ver mundo, y convertirme en un guerrero conocido
en toda Thambia, ese siempre ha sido mi sueño; nuestro sueño, y éstos siempre
han ido de la mano desde que éramos jóvenes. Mira, no se cual es ese asunto que
te impulsa a salir de aquí, pero yo pienso compartir ése asunto contigo, sea por
las buenas, o por las malas.
Xian quedó pensativo unos instantes. Miró a su amigo y le tendió la mano.
􀀭 De acuerdo, puedes venir. Pero no lo apruebo, aunque para serte sincero, me
alegra de tener compañía en el viaje, así como un gran guerrero a mi lado.
Espada y hacha son más fuertes que una sola espada.
􀀭 ¡¡ Si !! – exclamó Cauros con una gran risotada rechazando la mano de Xian y
dándole un fuerte abrazo que le zarandeó por los aires.
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􀀭 Rápido, marchémonos antes de que el Sol salga por completo y todo Kablin se
entere de nuestra marcha.
Los dos compañeros atravesaron Kablin dirección Norte lo más silenciosamente que les
fue posible. Aunque el sol no había salido en su totalidad, ya había gente en las calles,
que extrañados observaban a los dos compañeros para averiguar su identidad.
Afortunadamente las capas que les ataviaban les ayudaron a cubrir sus rostros y
mantenerse en el anonimato. No querían que nadie supiese por el momento de su
marcha, debido principalmente a que el Padre de Cauros trataría de impedirla; Fenan era
su nombre. Era uno de los mejores herreros del sur de Thambia, y gran amigo de
Balkorft. Sus habilidades tratando el acero eran conocidos por todos, y de ahí provenían
los magníficos hachas que utilizaba Cauros, capaces de hundir las más sólidas armaduras,
y los mejores escudos.
Fenan siempre trató con gran cariño a Xian, como si fuese un segundo hijo y jamás
aprobaría el viaje que iba a emprender lo que llevó a xian a tomar la decisión de no
despedirse de él, decisión que le costó gran trabajo tomar.
El Tema de Cauros era más espinoso. Tenía el cariño de su padre, pero siempre se
mostró reacio a continuar con la profesión de su padre, lo que decepcionaba
profundamente al herrero, pero si había algo que enervaba los nervios de Fenan era la
facilidad de Cauros para meterse en problemas. Si supiese que se marchaba le cogería
por el cráneo y lo arrastraría a casa.
Por todo ello, ambos apresuraron su marcha para evitar problemas, y justo cuando el
astro de fuego se mostraba al completo, los dos compañeros ya estaban en lo alto de la
colina desde la cual Xian contemplaba Kablin cuándo iba a trabajar al Molino.
􀀭 ¿Sabes que es posible que no regresemos? – Dijo Xian con un leve suspiro.
􀀭 No me preocupa. Yo estoy seguro de volver aunque sea arrastras. Le demostraré
a mi padre que hay vida más allá de las Úmrath y cuándo regrese seré conocido
por todos y tendrá que reconocer que tenía razón. Hasta entonces no podré
volver a pisar Kablin. Si lo hago mi padre me mata. Ahora mismo debe de estar
leyendo mi nota por lo que deberíamos apresurarnos, no me sorprendería verle
subir colina arriba con el martillo en alto…
􀀭 ¿Le dejaste una Nota?-Dijo Xian con sorpresa - ¿Qué le has dicho?
􀀭 Pues que me marchaba contigo, que no podía que te fueses solo, y que quería
buscar fortuna lejos de aquí. Le pido que me comprenda y que no se enfade. Pero
no lo tengo yo tan claro. Es capaz de organizar un comité de búsqueda e ir tras
nuestros pasos. Cuanto antes crucemos las Úmrath mucho mejor,
apresurémonos.
􀀭 Estás loco Cauros.
􀀭 ¡¡ Por cierto!! ¿A dónde vamos?
􀀭 A Bedenz.
􀀭 ¿A Bedenz? – Dijo Cauros con un súbito susto.
􀀭 Ese es mi destino pero aún puedes darte la vuelta si lo deseas.
􀀭 No me gusta el destino ya que no tiene buena fama y el camino no es sencillo,
pero no cambio de opinión. Te seguiré a donde quiera que vayas.
􀀭 Pues vamos, nos espera un largo camino.
Una vez dicho esto, ambos cogieron sus mochilas, y emprendieron el ascenso a las
Úmrath.
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CAPITULO 3: A LAS PUERTAS DE LO DESCONOCIDO
Las lenguas de fuego chisporroteaban alegres en la pequeña hoguera situada en el centro
del campamento. Tine las observaba atentamente absorto mientras jugueteaba con una de
sus pequeñas espadas de mano.
El pequeño humano se preguntaba qué misterios habría tras la pequeña puerta escondida
en medio del bosque de Linisthon, el bosque sombrío.
Observó al mago, siempre ataviado con su túnica de seda negra y cómo éste estudiaba
unos pergaminos desde un rincón oscuro en el lado opuesto. No sabía la razón por la que
seguía a Saigan allá donde él fuese, pero intuía que tenía algo que ver el hecho de que las
mejores aventuras siempre las encontraba a su lado y eso era tolo lo que el intrépido
humano deseaba.
Sin embargo, ésta era una aventura especial y se dio cuenta de ello al notar la
preocupación en el rostro del mago. Últimamente no paraba de estudiar más y más
manuscritos durante toda la noche aunque eso significase el apenas dormir, señal de que
algo gordo estaba tramando.
Saigan era un mago portentoso de enorme talento, posiblemente el mago con más talento
que había conocido jamás, y eso que en los numerosos viajes que había realizado cuanto
trabajaba en el circo, había conocido a un gran número de ellos y lo único que destetaba
de Saigan era su interés y especial talento hacia las técnicas de la nigromancia, ya que
Tine odiaba y a la vez temía a todas y cada una de las abominables y perversas criaturas
que Saigan era capaz de invocar.
El mago era un personaje peculiar, rozaba el metro ochenta de estatura, tenía una bonita
melena morena con mechas blancas, pero que siempre tapaba la capucha de túnica en la
que iba envuelto.
Tine dejó de juguetear con su espada y se tumbó a contemplar el cielo estrellado que se
filtraba entre los árboles del pequeño claro donde es encontraban. Se preguntó si alguien
los estaría observando, si alguien sería consciente de lo que iban a hacer, y sobre todo, si
habría alguien ahí arriba capaz de manejar a su antojo lo que pasase abajo, aunque eso
nunca preocupó en exceso al jovial humano debido a su nula fe y a su falta de creencia en
nada que pudiese ser ajeno a sus propias elecciones y razonamiento.
El viento comenzó a balancear los árboles doblándolos de un lado hacia el otro,
comenzando a hacer casi imposible la tarea de estudio de Saigan. El Mago enrolló los
pergaminos con sumo cuidado para luego atarlos con una cuerda e introducirlos en su
bolsa de pergaminos donde ya descansaban otra docena más de papeles enrollados en
cilindros perfectamente colocados.
Tras dejar sujeta la bolsa para que no se volase con el viento, el mago se acercó al centro
del campamento para calentarse las manos en el fuego, y contemplando las llamas volvió
a sus cábalas. Bien sabía que lo que iba a encontrar detrás de la pequeña puerta de
madera no iba a ser una empresa fácil, sin embargo algo le inquietaba, una sensación que
parecía prevenirle de algo que escapaba a su comprensión y que no figuraba en sus
cálculos minuciosamente estudiados. Algo no iba bien y lo sabía, pero no tenía otra
opción, le había costado mucho llegar hasta allí y sabía que la recompensa cubriría con
creces el esfuerzo y quebraderos de cabeza sufridos.
Saigan desvió la mirada para contemplar como Tine se había quedado dormido
contemplando el cielo estrellado. Hacía ya cuatro meses que sus caminos se habían
juntado, y aunque no le gustaba en exceso la compañía, sí valoraba positivamente la
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ayuda de un habilidoso luchador como él, muy útil en momentos donde la magia no
bastaba, y hacía falta la pericia y agilidad que el humano mostraba con sus pequeñas
espadas. Muchos despreciaban para el combate a Tine por su tamaño, pero en ese
aspecto radicaba gran parte de su fuerza, ya que siempre eran subestimado por sus
adversarios que caían pronto derrotados ante un ser tan diestro con las armas, y con una
técnica y agilidad envidiables. Tine era sin duda un excelente guerrero y complemento
perfecto en sus viajes.
Sin embargo había una razón mucho más importante por la cual el Mago dejaba que Tine
le acompañara. El ingenuo Tine pensaría que le valoraba como guerrero y porque dentro
de ese corazón de roca del que hacía gala Saigan, había un hueco para su compañero,
pero nada más lejos de la realidad, a Saigan le venía muy bien el don de nacimiento que
poseía Tine de leer las mentes.
Era una capacidad inexplicable e ilógica, sin embargo desde que era muy pequeño, Tine
descubrió que podía escuchar los pensamientos del resto de personas que había a su
alrededor. Al principio resultó ser un don desagradable, debido a que los pensamientos
de las personas cercanas a él se mezclaban y entrechocaban entre ellas hasta el punto de
resultar desagradable para Tine que siempre terminaba con enormes jaquecas. Sin
embargo con el tiempo, Tine fue evolucionando su don y controlándolo, de forma que
pudiese escuchar esos pensamientos solo si así quería hacerlo y se concentraba para ello.
Sin embargo su don tenía limitaciones, ya que no era capaz de leer la mente a todo el
mundo, sino que solo era capaz de hacerlo de mentes débiles, y cuanto menos inteligente
fuese el ser al que quisiese leer la mente, más fácil le resultaba. Sin embargo si intentaba
leer mentes poderosas y bien entrenadas como la de Saigan, a duras penas podía
entender alguna palabra en claro, provocándole además un intenso dolor de cabeza.
Pero de todos modos, ese don le era de gran utilidad a Tine, y sobre todo al Mago, razón
por la que le permitía acompañarle en sus viajes.
Una vez Saigan notó que sus manos estaban lo suficientemente calientes, decidió irse a
descansar. Sacó de sus bolsas unas gruesas mantas de lana y envolvió su cuerpo en ellas
acurrucándose contra un fardo mullido que yacía a su lado y que sirvió como
improvisada almohada.
Antes de cerrar los ojos, de los labios de Saigan salieron unas frases apenas ilegibles,
pero al instante, del suelo emergió un espectro de color azulado que comenzó a realizar
la guardia mientras su amo trataba de descansar.
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CAPITULO 4: LA DAMA NEGRA
􀀭 Los capitanes Kurgul están aquí reina Ludianne- dijo el mensajero arrodillándose
ante el imponente trono de mármol.
En él, la dama negra reposaba pensativa y absorta en sus propias cábalas mientras
contemplaba sus botas.
Ludianne alzó la vista para mirar con arrogancia a su sirviente, y con un gesto le indicó
que hiciese pasar a sus invitados.
Ludianne parecía tranquila, sin embargo sabía que no sería sencillo entrevistarse con los
kurgul, y más aún convencerles de que se unieran al ejército bajo su mando. Las órdenes
de Cares eran claras al respecto, y aunque le desagradaba tener que luchar al lado de tan
abominables criaturas, también era consciente que era la única forma de estar seguros de
la victoria.
La dama negra se odiaba a sí misma por tener que acatar las órdenes de otra persona
fuese quien fuese, pero sabía que ahora no podía hacer frente al poder de Cares, por lo
que decidió seguir la corriente al monarca durante un tiempo mientras esperaba un
momento más oportuno.
Su padre, el magnánimo, poderoso y señor de señores Zhelmord también conocido
como el Paladín oscuro, había gobernado durante lustros con mano de hierro en casi la
totalidad de Thambia, impartiendo el terror sobre sus enemigos a los que aplastaba sin
miramientos en pos de la dominación completa de las cuatro islas de Thambia, y de él
heredó la fortaleza negra, el orgullo de la familia, situada al Noroeste de la isla de
Dopherine. Alcathar fue su nombre, y situada a los pies de la montaña de hierro era una
de las fortalezas más poderosas de toda Thambia.
Ahora ella gobernaba las tierras que su padre antaño regase con sangre, pero la grandeza
de su pueblo ya no era comparable a la de los tiempos del Paladín Oscuro.
Sin embargo, el pueblo al que Ludianne encabezaba, fuertes y valerosos humanos
crecidos y educados para la guerra, siempre estaban dispuestos a seguir a su reina hasta
las mimas entrañas del infierno si con ello conseguían la gloria en combate, y eso hacía
de ellos, ser un pueblo respetado y temido hasta por el mismísimo Cares, que se había
garantizado tenerles mejor como aliados que como enemigos.
Sin embargo Ludianne no olvidaba que fue el Rey Benerio, el padre de Cares, quien
venció a su padre, por lo que odiaba a Cares y en particular a todo el reino de Itaras con
todas sus fuerzas, aunque de momento tenía que seguirle la corriente y acatar sus
órdenes aunque eso le provocase una ira interior que podría haber abrasado a un
demonio del inframundo.
Las puertas de la gran sala se abrieron y el mensajero precedió y guió a los visitantes
hasta el pie del trono de mármol. Se trataba de dos enormes Kurgul ataviados con
resistentes armaduras, y pintados para la guerra. Uno debía medir alrededor de los dos
metros veinte, mientras que el otro debía de rondar los tres metros.
Las dos criaturas avanzaron orgullosas caminando por la alfombra roja que cubría el
suelo de la gran sala. De aspecto imponente, la sala estaba decorada con enormes arcos
grisáceos que se alzaban poderosos hacia el cielo terminando en una gran bóveda por la
que los rayos solares penetraban a través de las cristaleras azules inundando la sala de
luces y sombras que cubrían cada rincón.
Las paredes adornadas con tapices y antorchas llameantes hacía de la sala una lugar
acogedor y elegante al mismo tiempo, y a los lados la guardia personal de la Dama negra
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esperaba paciente e inmóviles como si de estatuas se tratasen siempre esperando un leve
gesto de su reina para entrar en acción. Solo sus ennegrecidos ojos adquirían un leve
movimiento acompañando el camino marcado por los nuevos invitados a los que
vigilaban recelosos y con desconfianza.
Al fondo de la sala se situaba el imponente trono en el que se asentaba la dama negra
sobre un pequeño altar, y dos estatuas demoníacas hacían un arco sobre la cabeza de la
persona que se sentara en él. Los demonios poseían ojos de rubíes verdes, y cada uno
portaba una cimitarra oscura con la que parecían amenazar a aquel que osase contener la
mirada de los pequeños demonios que protegían el trono.
Los posa brazos en cambio, estaban mullidos pero terminaban enrollándose hacia abajo
finalizando con unas esculturas de garras abiertas amenazantes que dotaban al trono de
un imponente aspecto desde el cual la dama negra contempló como los dos Kurgul
avanzaban hasta situarse a escasos metros.
La reina se levantó del trono, y bajó los cinco peldaños que hacían gozar a su trono de
una posición privilegiada ante cualquier invitado.
Los Kurgul pudieron entonces contemplar con todo su esplendor a la dama negra. De
cabellos oscuros como el carbón recogidos en una coleta, Ludianne tenía un porte
elegante además de una esbelta y cuidada silueta, que unido a sus rostro hermoso la
hacían objeto de codicia de muchos humanos pretenciosos.
Medía alrededor del metro setenta y cinco, y sus bonitos ojos castaños destacaban entre
unas cejas y pestañas perfectamente arregladas y cuidadas.
La dama negra hacía honor a su nombre portando una resplandeciente armadura de
placas negras creada a partir de las escamas de un Linforot, y una Katana larga se situaba
envainada en el lado izquierdo de la cintura.
La dama negra se situó delante de sus invitados para luego hacer una pequeña reverencia
en señal de bien venida. Estos reaccionaron con orgullo y no devolvieron el saludo salvo
por un pequeño gruñido que emitió el más grande de los dos Kurgul.
-¿Acaso los de vuestra especie son tan valientes como para venir al reino Negro y osar
desafiar a su líder?- preguntó Ludianne enojada.
- Estamos aquí porque Cares así lo ordena, no por voluntad propia. No esperéis el más
mínimo gesto de respeto por nuestra parte – respondió el Kurgul grande dando un paso
al frente.
Ludianne estudió la situación. Esperaba algo similar, pero no tan hostil, y debía medir
con cuidado sus palabras si deseaba salir victoriosa del enfrentamiento dialéctico.
Ludianne dio la espalda a los dos Kurgul y con paso tranquilo se dirigió hacia el ventanal
de la gran sala situado a la izquierda. Desde el ventana la dama negra pudo contemplar
la majestuosa vista que poseía su fortaleza encumbrada en la ladera de la montaña
Gorkvor desde el cuál se podía divisar casi la totalidad de sus dominios, así como la
extensa ciudadela que hervía en deseos de volver a los tiempos gloriosos de antaño.
Un foso de agua caliente burbujeante rodeaba la fortaleza procedente de las mismas
entrañas de la tierra, provocando un vapor de agua que ascendía hacia el cielo cubriendo
la fortaleza de niebla y vaho proporcionándola un excelente camuflaje ante ojos
enemigos y un aspecto siniestro que atemorizaba a los corazones más valientes.
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Más al sur, la dama negra podía distinguir las forjas y campos de entrenamiento donde se
forjaban armas para la batalla, y donde se aleccionaba a cada habitante desde bien
pequeño.
Al fondo Ludianne podía distinguir entre la niebla la lejana línea negra que marcaba en el
horizonte la muralla negra, una imponente muralla de 20 metros de altura que protegía
su reino de las intrusiones enemigas . Grandes almenaras y una pequeña fortaleza
protegían la muralla constituyendo la primera defensa contra invasiones.
La dama negra regresó despacio hacia donde se encontraban los Kurgul, que recelosos la
contemplaron con ojos inyectados en sangre. Ludianne se detuvo delante de ambos
iniciando nuevamente la conversación estudiando atentamente cada gesto de las
horripilantes criaturas.
􀀭 Estáis aquí por orden de Cares como bien dices – contestó la dama negra
mirando a los ojos al Kurgul – y si lo estáis es porque él, del mismo modo quiere
que sirváis bajo mi mando en combate. Nuestro objetivo es común, y de nuestra
colaboración nacerá una poderosa alianza que derrotará a cualquier enemigo que
ose interponerse en nuestros planes. Sin embargo no consentiré que unas
criaturas inferiores tengan la descortesía de insultarme en mi propia casa.
Ludianne pudo contemplar como un atisbo de rabia inundaba el rostro del Kurgul más
pequeño. Sabía que había conseguido su objetivo, y ahora debería rematar su plan.
El Kurgul más pequeño explotó en cólera y dando un paso al frente, gritó con
orgullo - Nosotros los kurgul no aceptamos órdenes ni mucho menos servir bajo el
mando de una humana. Vuestra raza es repugnante y débil en batalla, y más aún
tratándose de una hembra. Jamás serviremos bajo el mando de una hembra de humano.
Con una sonrisa pícara y orgullosa señal de haber conseguido lo planeado, la dama negra
se encaró al Kurgul que la había hablado, y mirándole a los ojos le retó
􀀭 Si tan fuerte crees que eres, y en tan baja estima tienes mi poder, ¿por qué no
mides tu fuerza y habilidad en combate a la mía? ¿O acaso una criatura sin
cerebro como tú, es capaz de temer a una hembra de humano?
Con un fuerte gruñido, el Kurgul desencajó de su espalda una enorme hacha de dos filos
que sostuvo con fuerza y firmeza gracias a sus cuatro poderosos brazos. Ágilmente
Ludianne dio cuatro pasos atrás, y desenvainó la katana que de la vaina situada a la
izquierda de la cintura y con un gesto de conformidad, dio la orden a su guardia personal
de que no interviniesen en el enfrentamiento.
La Dama negra se alzaba esbelta y orgullosa a pocos metros de la abominable criatura, y
una sonrisa cruzó su rostro en señal de burla. Ludianne irguió la espalda y la situó en
paralelo con la pierna izquierda esperando el inminente ataque del Kurgul.
Éste blandió el hacha por encima de la cabeza y con un fuerte rugido envistió a su
oponente tratado de partirla en dos, pero a escasos centímetros del rostro de Ludianne,
ésta se apartó hacia un lado dejando que su contrincante se trastabillase hacia delante.
Sin embargo, el Kurgul giró rápidamente en redondo, y volvió a la carga trazando una
circunferencia a la derecha con el filo del hacha, pero nuevamente la dama negra esquivó
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el golpe con una voltereta atrás que la permitió salir justo a tiempo del área de influencia
el enojado Kurgul.
Ludianne volvió a erguirse, pero ésta vez colocó la Katana por encima de la cabeza en
una posición perfectamente alineada, y esperó paciente un nuevo ataque.
El Kurgul volvió a cargar, ésta vez con varios giros más rápidos pero menos certeros, a
los que la dama negra contestó con un rápido giro a derecha acompañados por una
rápida estocada que perforó el bíceps derecho de la criatura, que gimiendo de dolor trató
nuevamente sin éxito de golpear a su habilidosa contrincante con un puntapié.
Ludianne volvió a situarse enfrente de su enemigo con una leve sonrisa en el rostro. Se
estaba divirtiendo un poco, hacía tiempo que no luchaba, y ella como todo su pueblo,
amaba el arte de la lucha por encima de toda las cosas. Pero bajo la sonrisa confiada se
escondía una astuta guerrera que tenía perfectamente estudiado al enemigo conociendo
tanto las virtudes como los puntos débiles, con una estrategia perfectamente definida
antes de la batalla para alcanzar una victoria cómoda y sencilla.
La bestia volvió a atacar con renovadas fuerzas alzando el enorme hacha gracias a sus
brazos y lo dejó caer sobre la cabeza de la dama negra, pero nuevamente se apartó hacia
atrás dejando que el hacha solo encontrase el suelo, y cuando la criatura lanzó un nuevo
ataque a la altura de la cintura, Ludianne saltó dejando que el hacha pasase por debajo, y
en ese preciso momento, aprovechó para asestar un fuerte punterazo en el rostro del
Kurgul que con un fuerte crujido se precipitó hacia atrás hacia el suelo. Rápidamente la
dama negra volvió a situarse en posición relajada dejando que la punta de su katana
rozase ligeramente el mármol del salón que presidía.
Con un gruñido, el enorme Kurgul se puso nuevamente en pié y escupiendo sangre,
maldijo a Ludianne. – Deja de jugar conmigo apestosa humana, te voy a cortar en dos
como si fueras una rata para que no puedas volver a saltar - gritó el Kurgul alzando
nuevamente el hacha. – Como quieras- fue la breve contestación de Ludianne mientras
volvía a tomar la postura defensiva alzando la Katana por encima de la cabeza.
La enfurecida criatura cargó con todas sus fuerzas blandiendo el hacha, y haciendo una
perfecta diagonal de izquierda a derecha trató de terminar con la vida de su oponente,
pero fue ésta quien con un rápido giro a derechas, volvió a esquivar el lento ataque, y
dejando caer la Katana rebanó uno de los fornidos brazos del Kurgul que con horror
contempló como un chorro de sangre verde regaba el mármol del suelo, pero antes de
que la criatura pudiese asimilar la nueva situación, la dama negra volvió a elevar la
Katana hacia el cielo seccionado el otro brazo que calló junto al otro para finalizar el
ataque con un ágil giro de cintura y decapitar al deforme Kurgul que calló al suelo de
rodillas dejando caer la pesada hacha para generar un fuerte estruendo al chocar con el
mármol.
Ludianne enfundó la Katana con elegancia, y con pequeños pero seguros pasos se acercó
al otro Kurgul hasta estar situado a poco más de medio metro. Entonces lo miró
fijamente a los ojos y con orgullo le habló.
-¿Tú también quieres medir tus fuerzas a las mías, o tal vez tu cerebro comienza a
funcionar correctamente dejando ver con claridad las ventajas que aportaría una
alianza mutua?-
- Tienes mis respeto humana- Contestó la criatura agachando la cabeza como
muestra de sumisión- Has combatido con fuerza y honor ganándote mi respeto y el
de mi gente. Mi nombre es Argaraht, capitán de la tribu del cuerno gris, y si así es tu
deseo, combatiremos a tu lado allí donde la dama negra quiera presentar batalla.
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􀀭 Bien, veo que empezamos a entendernos- Contestó Ludianne mientras volvía
sobre sus pasos y se sentaba nuevamente en el trono.- ¿Con cuántos de los de tu
raza podré contar para los planes de batalla?
􀀭 Creo que podré reunir alrededor de unos quinientos valientes Kurgul, tal vez
seiscientos.
􀀭 Quinientos es un buen número para empezar Argaraht. Sin embargo necesitaré a
mucho más de los de tu raza en futuras batallas, porque esto es solo el comienzocontestó
la dama Negra
􀀭 No puedo reunir más guerreros mi oscura dama, gozo de estima y liderazgo entre
los de mi tribu, pero el resto de los de mi raza son ajenos a mis designios. Sin
embargo, si tenemos éxito en nuestras próximas batallas, pronto habrá más tribus
suplicando poder servirte, ya que lo único que anhelan es el combate y la guerra,
pero no lucharán para una humana si antes no os ganáis su respeto. Un Kurgul
nunca hace nada si no es por respeto o por temor- dijo Argaraht con un renovado
énfasis. – Atemorizar a una tribu Kurgul es complicado, sin embargo, ganarse su
lealtad con méritos de guerra es bastante más sencillo.
􀀭 Comprendo- Fue la escueta repuesta de Ludianne que parecía analizar cada
palabra dicha por el Kurgul.
􀀭 ¿Cuál será nuestro objetivo de guerra mi señora? – Preguntó el Kurgul ansioso
por conocer a sus futuras víctimas- Mi tribu necesitará conocerlo para saciar su
sed de guerra hasta que llegue el momento.
􀀭 Los designios bélicos son cosa mía Argaraht – contestó rápidamente Ludianne.-
Sin embargo no tengo problema en asegurarte que mi pensamiento está puesto
sobre el pueblo bárbaro de los Acritos, al norte del Lago Ancarot de la isla de
Heirmund. Su pueblo crea un gran obstáculo entre el reino de Itaras y el Sur,
siempre amenazantes son un pueblo peligroso y por allí comenzaremos. Ahora
puedes retirarte, prepara a tu gente para la guerra porque en no más de siete días
os haré llamar y tendréis que estar preparados – terminó Ludianne con un gesto
de su mano volviendo entonces a sus profundos pensamientos donde todo iba
tomando forma y cuerpo exactamente como ella planeaba.
Argaraht abandonó la sala acompañado por el sirviente, y tras el cierre de las puertas, la
dama negra quedó en absoluto silencio pensando cuál sería su próximo paso.
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CAPITULO 5: EL GUARDIAN
Un leve puntapié despertó a Tine de su hermoso sueño en el que degustaba exquisitos
majares acompañados por bonitas y esbeltas mujeres. El puntapié certero golpeó en el
costado del pequeño humano interrumpiendo su sueño dorado, y al abrir los ojos pudo
contemplar como Saigan estaba alzado delante ya ataviado con su túnica de viaje.
􀀭 Levántate ya holgazán.-gruñó el mago – Si no te das prisa me veré obligado a
marcharme sin ti.
􀀭 Espera un momento, estaré listo en menos de lo que canta un gallo.-contestó
Tine. –Deja que me prepare un leve desayuno para tener fuerzas y en seguida
estaré listo…
􀀭 Tienes 10 minutos, ni uno más.-respondió el mago dirigiéndose hacia el tronco
de un árbol caído donde se sentó a esperar a su compañero.
Tine abrió su fardo, y tras ofrecer algo de desayuno al mago, el cuál se negó como de
costumbre, se preparó un pequeño tentempié hecho a base de pan y compota de
manzana, que acompaño con un poco de zumo de uva que había comprado en el último
pueblo por el que habían pasado.
Tine pudo observar como Saigan ya había recogido casi la totalidad del campamento,
por lo que dedujo que debía llevar horas despierto a pesar de que aún no había terminado
de salir el sol, y eso si había dormido algo. Sea lo que fuese que atormentase al mago
muy pronto lo iba a descubrir, y todas sus respuestas estaban tras la pequeña y oculta
puertecilla situada enfrente del campamento.
Inconscientemente Tine comenzó a hurgar en la mente del mago, ya que ardía en deseos
de conocer sus planes, y sobre todo saber lo que le preocupaba. No pudo obtener más
que confusas palabras y sobre todo ruido, mucho ruido. Tine notó como la sangre se le
concentraba en la cabeza y un leve zumbido sacudía sus oídos a la vez que las sienes eran
testigo de los latidos del corazón. De pronto un estallido de color y ruido devolvió a
Tine a su desayuno y contempló como el Mago lo observaba fijamente.
􀀭 Te he dicho mil veces que no trates de leerme la mente.-le dijo Saigan cabreado
􀀭 Lo siento Saigan, fue inconscientemente, ya sabes que no controlo mi habilidad
tanto como quisiera. En cualquier caso nunca consigo acceder a tus
pensamientos; supongo que son demasiado complejos como para que yo sea
capaz de captarlos.
􀀭 De poco me valen tus excusas. La próxima vez que lo hagas haré que te crezca
hocico de burro para que te acuerdes de lo que no debes hacer.
Tine finalizó su desayuno imaginándose lo horrible que estaría teniendo un hocico de
burro y seguidamente metió todas sus posesiones en un fardo para luego unirse al mago.
Ambos depositaron los utensilios que no fuesen a utilizar cerca de la puerta escondidos
en un arbusto, de forma que cargaron tan solo con lo indispensable para lo que se traían
entre manos.
Saigan entró primero en la cueva escondida abriendo con sumo cuidado la pequeña
puerta que se abrió con dificultad debido a su oxidamiento. Dentro la oscuridad inundaba
el pasillo que escaleras abajo penetraba en las entrañas de la madre tierra. Tan solo los
rayos solares que se filtraban por las rendijas de la puerta proporcionaban un leve atisbo
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de luz sobre el pasadizo. Tras cerrar la puerta tras ellos, los dos compañeros comenzaron
el descenso. Cuando la oscuridad se cerró por completo Saigan se detuvo y
pronunciando unas palabras de poder, su bastón mágico apareció, y en la punta más
gruesa una esfera luminosa servía para al menos permitir ver los pasos que iban dando en
la oscuridad.
El Humano y el mago continuaron bajando durante diez minutos, siempre en línea recta,
salvo de vez en cuando que giraban a izquierda, y cada vez la gruta se iba estrechando
más tanto en altura como en anchura hasta el punto que el Mago se vio obligado a
agachar un tanto la cabeza si no quería chocar con algún saliente del techo. Pero
entonces, los dos compañeros llegaron a un pequeño arco tallado a mano, y tras él,
pudieron contemplar una gran sala de considerable tamaño, y de una descomunal altura
hasta la cuál no llegaba la vista, aunque sí podían ver en lo alto unos leves agujeros por
los que penetraba la luz solar.
En la paredes de roca estaban colocadas estratégicamente llameantes antorchar que se
mecían gracias a las corrientes de viento que entrechocaban en la sala, y varios pasadizos
situados en el extremo opuesto de la sala partían en distintas direcciones.
En el centro de la sala había un enorme agujero que por el cual se podía bajar mediante
una escaleras que dando vueltas descendían hasta donde la oscuridad volvía a ser
absoluta.
Bellos símbolos tallados en la roca viva adornaban las paredes y techos, y si levantaban la
vista podían ver finas esculturas que adornaban balcones sobresalientes en la roca. Los
peldaños que descendían hacia la oscuridad del agujero central también estaban
finamente tallados con símbolos y runas, mientras que una barandilla dorada acompañaba
la escalera hacia la oscuridad que habitaba en su fondo.
Mientras que el túnel por el que habían llegado era de bella factura aunque estrecho, el
resto de túneles que partían de la sala eran mucho más amplios pero bastos y menos
seguros ante desplomes o movimientos de tierra, y Tine se acercó a uno de ellos para
examinarlo con preocupación.
􀀭 Son túneles escavados por Kurgul. –Dijo Saigan adivinando los pensamientos de
su compañero. El túnel por el que hemos venido debió ser creado por los
enanos, al igual que la sala en la que nos encontramos y de ahí su perfección y
belleza, sin embargo esos otros túneles son amplios y hechos sin ningún cuidado
ni delicadeza muy característico de la raza de los Kurgul que gracias a sus cuatro
brazos excavan con velocidad pero sin ningún cuidado.
􀀭 ¿Y cómo puede ser que se mezclen?-preguntó Tine.
􀀭 Posiblemente los Kurgul atacaron hace tiempo a los enanos que habitaban aquí y
los sorprendieron entrando por esos túneles, ya que los que hicieron los enanos
era demasiado estrechos para que cupiesen los Kurgul.
Un pequeño gruñido interrumpió la conversación entre el humano y el Mago, y
rápidamente se ocultaron en las sombras observando con recelo el túnel del cuál había
procedido el sonido.
A los pocos segundos, media docena de enormes Kurguls emergieron del túnel portando
antorchas y herramientas de minería. Con un gesto, Saigan indicó a su compañero que se
mantuviese oculto a los ojos de las criaturas mientras ideaba un plan.
Los Kurgul parecían discutir sobre algo, pero hablaban en su lengua y ninguno de los dos
podía entender el tema de la discusión. De pronto uno de los Kurgul atacó a otro
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incrustándole el pico que portaba en la frente, para después de un puntapié arrojarle al
agujero donde se precipitó hasta que la oscuridad lo engulló.
Algo pareció escucharse en la oscuridad, pero rápidamente la atención de Saigan y Tine
volvió a centrase en la discusión de los Kurgul.
El agresor retrocedió ante el ataque de otro de los Kurgul, mientras el más grande de los
cinco trataba de apaciguar la situación. En ese momento su olfato captó algo, y tras
comunicarlo a sus semejantes, éstos dejaron de pelear y optaron por olfatear el rastro
captado por el primer Kurgul.
Murmuraron entre ellos y rápidamente se separaron. Dos rodearon el agujero por el lado
derecho, mientras que los otros tres rodearon el agujero por el lado izquierdo. Saigan
hizo un gesto a Tine para que se mantuviese en su posición, porque aunque sabía que
habían captado su olor, deberían permanecer ocultos el mayor tiempo posible para
aprovechar el factor sorpresa.
Los dos Kurgul que se acercaban a por el lado derecho eran los más próximos a la
situación de Tine, por lo que el Mago dio prioridad a despistarlos a ellos primeros.
Saigan juntó las palmas de sus manos dejando los dedos índices estirados, y reuniendo su
poder interior, pronunció unas palabras de poder. Entonces justo al lado de la situación
de Tine, dos Enanos emergieron de la sombra portando afilados hachas de guerra y se
plantaron en frente de los Kurguls. Éstos aullaron de rabia y atacaron con sus
herramientas de trabajo a los enanos, que con una sonrisa pícara hicieron frente al
enemigo. Sin embargo y a pesar del violento ataque de las criaturas, no consiguieron
hacer blanco en sus oponentes, ya que las armas atravesaron sus cráneos
desvaneciéndose ambos entre una nube de vapor frío. En ese instante Tine emergió desde
la oscuridad de su escondite por detrás de las confusas criaturas, y empuñando sus dos
espadas cortas con maestría saltó sobre la espalda del primero de los Kurgul y le rebanó
el cuello con ambas espadas al mismo tiempo haciendo caer muerta al instante a la
criatura. Rápidamente Tine saltó sobre su otro contrincante, pero ésta ya había
comprendido lo que ocurría y consiguió esquivar la primera espada, no así con la
segunda que le produjo un profundo corte en el hombro derecho.
Los otros tres Kurgul corrieron por el lado opuesto del agujero en auxilio de su
compañero, pero justo cuando pasaron por la posición en la que se encontraba oculto el
Mago, éste emergió de la oscuridad con sus manos envueltas en llamas, y al entre chocar
sus palmas en un aplauso mortal, dos bolas de fuego ígneo salieron de ellas para atacar
por detrás a dos Kurgul que rápidamente fueron envueltos en llamas.
La enormes criaturas corrieron envueltas en llamas por la sala entre chocándose entre
ellas hasta que una fue a caer al agujero, y la otra se consumió poco a poco hasta solo
quedar uno amasijo de huesos calcinados. El tercer Kurgul aulló de rabia y dándose la
vuelta emprendió el ataque en dirección al Mago. Éste pronunció una frase mágica y de
la tierra emergió un esqueleto armado con una cimitarra que atacó al Kurgul que se vio
obligado a enfrentarse a la invocación antes de tratar de dar muerte al nigromante.
Mientras, en el lado opuesto, Tine esquivaba con rapidez y agilidad las envestidas del
herido Kurgul que blandiendo un pesado martillo lo movía de un lado para otro tratando
de cazar a su escurridizo contrincante. En uno de los ataques, Tine tropezó con una
piedra que había en el suelo, y aunque consiguió esquivar la cabeza del martillo, el
Kurgul supo aprovechar la situación y girando el arma golpeó en el rostro al pequeño
humano con el mango de su arma, haciendo que Tine cayese al suelo de espalda.
Aprovechando la situación de ventaja, el Kurgul se situó delante del humano caído y
levantando su martillo se preparó para terminar con su vida, sin embargo, Tine era
rápido de pensamientos y reaccionó a tiempo lanzando una de las espadas que fue a
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incrustarse en el desprotegido pecho de la criatura haciéndola caer de rodillas soltando
antes el martillo con el que se disponía a terminar con su vida.
Rápidamente Tine se levantó y precipitándose sobre su contrincante, hundió la otra
espada que le quedaba en el cráneo de la criatura terminado rápidamente con su vida.
El Kurgul restante iba ganando terreno con sus dos hachas a la criatura invocada por el
mago, e iba acorralándola en frente del agujero que sediento de sangre esperaba con
ganas una nueva muerte. Finalmente el Kurgul rompió la defensa del esqueleto, y
trazando un arco con sus dos hachas partió por la mitad los huesos de las piernas del
esqueleto que se derrumbó en el suelo para acto seguido desaparecer engullido por la
tierra.
Pero el tiempo que había gastado el Kurgul en vencer a su presa fue justo el necesario
para que Saigan preparase su próximo hechizo, y portando un pergamino que guardaba
bajo su túnica, pronunció unas palabras de poder y la criatura ascendió sobre la sala por
encima de la cabeza del mago, y una vez allí un fulgor violento terminó con una
explosión que desintegró por completo a la aterrada criatura. Una vez la oscuridad
volvió a inundar la instancia, el manuscrito que portaba el mago también despareció
desintegrándose en las manos del mago.
Tine se aproximó a Saigan aquejándose de la herida producida por el mango del martillo
en su pómulo derecho mientras Saigan estudiaba la sala en busca de algún otro peligro
que pudiese existir.
-¿Estás bien?.- Se interesó el mago.
- Es solo un rasguño. Los he tenido peores. ¿Qué diablos hacían éstos aquí? No entiendo
nada, y creo que tú sabes más de lo que cuentas Saigan.
- De los Kurguls no se nada, tampoco yo entiendo lo que pueden hacer aquí, me da igual
si me crees como si no. Del resto, ahora lo veras, estamos ya cerca.
- ¿Hacia donde tenemos que ir ahora?- Preguntó el humano a punto de perder la
paciencia.
- Al agujero, ahí bajo está lo que busco.
- ¿Estás loco?, ¿piensas bajar ahí abajo?. ¿No has tenido suficiente ya Saigan?
- Ese es mi camino. Si lo deseas puedes quedarte aquí, nunca te he obligado a seguirmecontestó
el mago dando media vuelta y dirigiéndose a las escaleras.
Éstas eran de mármol pulido perfectamente decoradas, y rodeando el gran agujero
descendían hacia el corazón de la tierra. Saigan volvió a invocar su bastón mágico que al
instante se iluminó para mostrar la primera decena de peldaños. El mago comenzó a
descender despacio dejando atrás a su pequeño amigo, pero éste trascurrido un breve
periodo de tiempo, salió corriendo detrás del mago, no sin antes echar un vistazo desde
la barandilla hacia la oscuridad que se cernía bajo sus pies en las que Tine no pudo ver
absolutamente nada que no fuese negrura.
􀀭 Parece que no tiene fin… Esto no me gusta nada – susurró Tine mientras
emprendía la persecución de su compañero.
Tine y Saigan comenzaron un largo descenso que duraría mucho más de lo que pudieron
recordar. La larga escalera de peldaños parecía no tener fin descendiendo siempre en
espiral rodeando el agujero, y a medida que fueron descendiendo, el hedor que emanaba
del agujero iba en aumento, muy al contrario que la leve luz proveniente de las antorchas
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de la gran sala a la que habían perdido de vista hace ya tiempo y los lejanos puntos
rojizos dieron paso a la oscuridad absoluta.
Únicamente la tenue luz que irradiaba el bastón mágico de Saigan impedía a Tine entrar
en un estado de locura donde sus peores pesadillas afloraban acrecentadas por la
interminable oscuridad.
Solo el cuerpo de uno de los Kurgul que había caído al vacío en la batalla de la sala,
rompió la enorme monotonía que provocaba el descenso de la escalera. Su cuerpo se
encontraba reventado contra los peldaños de mármol a los que había desquebrajado por
la violencia del choque. Los dos compañeros sortearon el cadáver sin detenerse y
continuaron el descenso hasta que el tiempo se hizo imperceptible y perdió todo sentido.
Saigan mientras tanto aprovechaba el tiempo pensando en lo acontecido. Se preguntaba
cómo era posible que aquellos Kurguls se encontrasen precisamente en la cueva, y de ser
así, no entendía por qué. Creía que la gruta era secreta y tan solo los enanos conocían su
existencia. Sin embargo sus mayores preocupaciones seguían centradas en lo que se
encontrarían al finalizar el largo descenso.
El Mago conocía perfectamente la razón por la que los enanos habían abandonado su
hogar, y temía que aquello que hiciera huir de terror a los testarudos enanos fuese ahora
un importante obstáculo en sus planes. Sin embargo estaba dispuesto a arriesgarse ya
que la recompensa sería grande.
Por fin cuando Tine estaba ya apunto de perder la razón y caer al suelo agotado, la
escalera llegó a su fin.
Girando bruscamente en su último giro, la escalera finalizaba en una plataforma de
mármol siendo recibidos por dos grandes pilares de roca que sostenían un arco de piedra.
Éste era de grandes proporciones y parecía creado para facilitar la entrada y salida de
ejércitos a una segunda estancia de proporciones mucho mayores aparentemente. Sin
embargo, la oscuridad seguía inundándolo todo, y no podían ver más allá de unos
cuantos pasos más adelante.
Guiados por la luz que emitía el bastón de Saigan, penetraron en la segunda estancia para
luego girar a la derecha. El mago parecía saber bien a donde dirigirse, y esto llamó
poderosamente la atención a Tine, que aferrado a los mangos de sus dos espadas cortas
caminaba tras sus pasos, siempre atento a cualquier movimiento extraño.
De pronto, unas luces rojizas aparecieron en el horizonte y hacia allí se encaminaron para
contemplar como antorchas que ardían gracias a un poder que emanaba de ellas ardían
para adornar y guiar a los viajeros por un amplio pasadizo que conducía a otra estancia.
􀀭 Son antorchas mágicas creadas por los enanos – dijo de pronto Saigan al
observar la incredulidad en el rostro de Tine. – Nunca se apagan gracias al poder
que ejercen en ellas las runas de poder, salvo que formules el hechizo que así lo
ordene.
􀀭 ¿A qué runas te refieres?- Preguntó Tine
􀀭 Las runas lo inundan todo ignorante. Lo son todo y no son nada al mismo
tiempo. Sin embargo para contestarte a tu pregunta debería extenderme bien
durante horas, y aún así eso solo te serviría para tener una ligera idea de lo que
son. Por el momento deberás contentarte con saber que son símbolos escritos de
enorme poder que muy pocos pueden usar ni tan siquiera entender.
􀀭 ¿Pero un tú si que sabes verdad?
38
El silencio fue la respuesta del Mago a la pregunta de Tine, pero ya se encontraban
demasiado cerca del gran portón en el que finalizaba el corredor.
Atravesaron con sigilo el portón, y la sangre de Tine pareció detenerse con lo que vio.
Ambos se pararon en seco sin mover un solo músculo al contemplar la enorme criatura
que se hallaba delante devorando a uno de los Kurgul que momentos antes había caído al
vacío negro del agujero. Era una especie de reptil cuadrúpedo de enormes proporciones
que debía medir alrededor de 25 metros y que despedazaba a su víctima con poderosos
colmillos.
Su cabeza era similar a la de un lagarto a excepción de los colmillos que le sobresalían de
la boca, mientras que sus garras, no eran tal, sino que eran más similares a manos
humanas con las que manejaba el cuerpo del Kurgul a su antojo, pero con uñas afiladas
que seccionaban al dura carne de su víctima sin ningún tipo de problema.
Todo su cuerpo estaba recubierto por una negra armadura de capas protegidas por
afiladas púas que envolvían a la criatura proporcionándola una poderosa coraza contra
todo peligro, y al final de su cuerpo una enorme y gruesa cola se extendía finalizando en
una especie de caparazón redondo rodeado de punzantes púas.
La bestia se afanaba en descuartizar a su víctima y gracias a eso la presencia de sus
nuevos invitados pasó desapercibida.
Con un gesto Saigan indicó a Tine que le siguiera, y con sumo sigilo, ambos se
deslizaron entre las sombras hasta quedar ocultos de la vista del monstruo tras una
enorme roca.
􀀭 ¿Qué diablos es eso Saigan? – Preguntó Tine con un cuidadoso susurro.
􀀭 Es un Linforot, una de las criaturas más poderosas que jamás ha pisado Thambia.
¿Querías saber lo que me preocupaba? Pues ya lo sabes.
􀀭 ¿Quieres decir que sabías que tendríamos que enfrentarnos a esto?
􀀭 No- Respondió con cautela. – No lo sabía, pero había escuchado rumores que
confiaba que fuesen falsos. Parece que ésta vez si eran ciertos.
􀀭 ¿Y qué vamos hacer? ¿Puedes derrotarlo?
􀀭 No. No puedo – Fue la cabizbaja respuesta del mago – Es una criatura muy
poderosa y aunque no lo parezca, muy resistente a la magia. Podría hacerla
frente, pero dudo que pudiese derrotarla. Sin embargo – dijo haciendo una pausasi
creo que podemos engañarla.
􀀭 Soy todo oídos.
􀀭 ¿Ves esa puerta? Dijo el mago señalando una pequeña puerta plateada cerca de
donde se encontraba el monstruo.
􀀭 Ahí dentro es donde está lo que busco, pero lamentablemente nuestro enorme
amigo está demasiado cerca. Debemos distraerle y entretenerle mientras consigo
abrir la puerta. Una vez dentro estaremos a salvo.
􀀭 ¿En serio? Respondió Tine con incredulidad – a esa criatura la veo capaz de
tumbar cada pared de ésta caverna para dar con nosotros.
􀀭 Créeme, dentro no podrá entrar.
Tras deliberar un plan adecuado para sus propósitos, Tine se separó del mago hacia el
fondo de la instancia, mientras el mago sigilosamente se acercaba hacia la puerta
deslizándose con suavidad entre las sombras. Cuando estaba cerca de la puerta, Tine se
mostró a los ojos de la bestia y comenzó a llamar su atención con bufidos y
provocaciones.
39
El Linforot, con un fuerte gruñido soltó a su presa, y giró la cabeza hacia donde se
encontraba el humano, y sus ojos chisporrotearon de rabia al ver a Tine saltando y
provocando a la criatura que ágilmente dio la vuelta y emprendió la envestida hacia su
nueva presa. Con la boca abierta dejando ver su bífida lengua y los enormes colmillos
blancos atacó a Tine, pero éste antes de que se acercase lo suficiente y haciendo gala de
su increíble agilidad, se deslizó por una pequeña grieta de la pared desapareciendo de los
ojos del monstruo. Este comenzó a intentar meter sus poderosas garras en la grieta
derrumbando parte de la pared, pero Tine no se encontraba en el interior. Metros más
atrás, el pequeño humano apareció nuevamente ya a espaldas de la criatura fuera de su
ángulo visual por otra grieta abierta en la pared. Mientras tanto Saigan ya había llegado a
la puerta a la que estudiaba con detenimiento en busca de la fórmula que abriese las
puertas.
El Linforot envestía con furia la pared, pero no conseguía atrapar a su víctima a la que
creía dentro, pero poco a poco iba derrumbando la pared con sus fuertes garras
excavando en la roca como si ésta fuese arcilla.
􀀭 ¿Cuánto tardarás en abrirla?- Preguntó Tine con impaciencia contemplando la
furia que desprendía el Linforot.
􀀭 Espero que poco, las escrituras están en el idioma de los enanos y no es sencillo
de descifrar. En ellas debe estar la clave para abrir la puerta.
􀀭 ¿Qué traducción le das?
􀀭 Pues dice algo así como “Quien desee el conocimiento debe antes mostrar el
suyo.” – Dijo Saigan repasando con las yemas de los dedos los gravados de la
piedra. – Aquí sin embargo dice algo así como “Solo aquel que escribió estas
palabras te permitirá entrar ”
􀀭 ¿Y eso qué quiere decir? – Preguntó Tine perplejo.
􀀭 No lo sé. Déjame tiempo para pensar.
􀀭 No disponemos de él Saigan, vayámonos antes de que nos vea – dijo Tine con
impaciencia, pero sus palabras llegaron tarde.
El Linforot haciendo un esfuerzo final, derrumbó por completo la grieta y pudo
contemplar como Tine ya no se encontraba en ella. Con una furia desmedida, la
criatura se dio la vuelta y contempló con odio como el humano le miraba con ojos de
terror, y trataba de arrastrar a Saigan hacia la salida, pero ya era tarde. El Linforot
emprendió el ataque hacia donde se encontraban.
Con un fuerte tirón, Saigan se deshizo del brazo de Tine que trataba de arrástralo
hacia la escapatoria, y juntando las palmas de su manos, todo su cuerpo comenzó a
temblar emitiendo una haz de luz que envolvía el cuerpo de Saigan.
El Linforot pareció dudar al ver el cuerpo ígneo del mago, pero consciente de su
superioridad, prosiguió avanzando inexorablemente hacia su víctima.
Finalmente Saigan abrió los ojos y de ellos emergió una luz dorada. Luego separó las
palmas de las manos y su poder se esparció por toda la sala. Ésta comenzó a
temblar, y el suelo se resquebrajó delante de la criatura que se vio obligada a
detenerse para evitar caer en un oscuro abismo. De él emergieron cinco siluetas que
poco a poco fueron tomando forma hasta convertirse en cinco guerreros reptilianos
que armados con hachas de mano atacaron a la criatura.
Tine observó toda la escena con perplejidad, y cuando miró al mago, éste se venció
sobre una de sus piernas viéndose obligado a hincar la rodilla para no caer en el
húmedo suelo de la caverna.
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􀀭 ¿Qué te sucede Saigan? – exclamo Tine mientras levantaba como podía al mago.
􀀭 He gastado demasiada energía y estoy débil. La lucha con los Kurgul ya me había
robado bastantes energías, y el hechizo que he pronunciado ahora ha terminado
por agotarlas.
􀀭 Espera, te ayudaré – respondió Tine tratando de levantar del todo al Mago
􀀭 ¡¡Aparta!!, puedo perfectamente solo- dijo Saigan con recelo apartando a Tine
de su lado.
El Mago se levantó como pudo y se dirigió de nuevo a la puerta. Era consciente de
que era su última oportunidad, y su hechizo solo conseguiría entretener a la criatura
por un tiempo.
Mientras tanto las poderosas invocaciones de Saigan hacían frente al Linforot con
una furia inconmensurable. Sin embargo, el Linforot constituía un adversario
insuperable para los guerreros reptilianos que a pesar de ello, luchaban con entrega.
Uno de los Reptiles lanzó su hacha contra la criatura, pero éste chocó contra su
armadura de placas negras y calló al suelo pesadamente. El Linforot contraatacó a su
oponente con un potente zarpazo que lanzó al reptil varios metros atrás para chocar
contra la pared de rígida piedra. Inmediatamente después la criatura utilizó su cola
para barrer el suelo y tumbar a dos de los reptiles que no pudieron esquivar el ataque,
y uno de ellos pereció acto seguido aplastado por el caparazón de espinos que el
Linforot poseía en la cola y utilizaba como maza gigante.
Los otros dos Reptiles que quedaban en pie atacaron el flanco derecho de la criatura
con determinación, y el Linforot se vio obligado a retroceder para hacer frente a sus
adversario, pero éstos pronto se vieron obligados a retroceder ante el acoso de la
criatura que atacaba con feroces bocados mortales.
􀀭 Piensa rápido –exclamó Tine.- Tus criaturas no creo que resistan mucho.
􀀭 “Solo aquel que escribió estas palabras te permitirá entrar” – repetía una y otra
vez el mago en voz baja susurrando para sus adentros- Ahí debe de estar la clave,
pero no la encuentro.
􀀭 ¿Quién diablos pudo escribir esto?. Y lo más importante ¿Cómo vamos a
encontrarlo ahora?- Grito el humano desesperado.- ¡¡Espera!! – Dijo de pronto.-
Los enanos, los enanos escribieron éstas palabras, es algo tan simple como
evidente.
El Linforot aplastó el cráneo de uno de los reptiles contra una de las rocas utilizando su
cola, y rajó a otro de ellos con su garra haciendo que la criatura se desangrara en
cuestión de segundos. Un solo Reptil quedaba ya en pié y atacó al Linforot intentando
dañarle una pata. El hacha alcanzó su objetivo en uno de los mandobles, pero el filo
resbaló contra la dura armadura de placas y no consiguió penetrar en su víctima. El
Linforot de pronto se puso a dos patas mostrando toda su descomunal estatura hasta el
punto de apenas caber en la enorme sala e hizo huir de terror al Reptil. El Linforot alzó
su cola, y dando un golpe seco con ella, de la punta acorazada salieron despedidas
decenas de púas letales en dirección al reptil y muchas de ellas atravesaron a su objetivo
haciéndole caer muerto en el acto sobre el húmero suelo de la caverna. Entonces el
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Linforot soltó un poderoso rugido en señal de victoria que hizo estremecerse a las
mismísimas paredes.
􀀭 ¿Cómo se dice Enano en su idioma? – Preguntó Tine mientras el Linforot se
dirigía velozmente hacia ellos rugiendo con fuerza.
􀀭 Arithil.-Dijo
􀀭 Esa es la palabra para abrir la puerta. Utilízala rápido, no hay tiempo
Con rostro de reflexión, Saigan situó los dedos sobre las escrituras de la puerta y con
voz firme repitió la palabra en lengua enana.
Con un fuerte crujido, la puerta comenzó a deslizarse hacia un lado dejando paso a
una pequeña apertura en el muro por la cuál Tine se deslizó rápidamente, y tras él, el
mago no sin antes tener que agacharse para no golpearse la cabeza. Tras de sí, la
puerta se cerró fuertemente justo en el momento en el que el Linforot llegaba a su
posición y golpeaba la puerta con furia.
Un silencio incómodo se produjo en el interior de la oscura sala. No se veía nada a
excepción de runas doradas esculpidas en el muro más próximo que resplandecían
con un fulgor dorado.
Saigan se dirigió hacia la pared, y pasando las yemas de los dedos por los bellos
símbolos, pronunció la palabra de poder.
􀀭 Lizth – Dijo con voz firme.
Al instante las runas parecieron tomar un brillo más intenso y la sala entera comenzó a
tomar vida. Los muros comenzaron a tomar un brillo dorado y toda la instancia estuvo
en pocos segundos iluminada por el color dorado que emanaba de las paredes. La luz dio
paso a una sala de bella factura, adornada con lujosos tapices de tela sobre las paredes, y
con alfombras de grueso pelo marrón que recubrían los suelos.
Esculturas de gigantes de piedra hacían las veces de columnas alzándose hacia el techo
de la sala. Estas sostenían un decorado techo abovedado del cual emanaba una luz rojiza
que dotaba a la sala de un ambiente cálido y acogedor para recibir invitados.
Antorchas mágicas como las que habían visto anteriormente colgaban de las paredes
ardiendo intensamente gracias al poder mágico que emanaba de ellas y hacía que las
llamas bailasen de un lado al otro gracias a la pequeña corriente de viento que circulaba
por el interior de la sala.
Eran incontables los tesoros que la sala podía poseer, y allá donde desviasen la vista, se
topaba con un amasijo de joyas, monedas doradas, y piezas de oro y plata que debían de
tener un valor incalculable que databan de la época de máximo esplendor de los enanos.
Al fondo de la sala, varios escalones iniciaban el ascenso a una pequeña plataforma
recubierta por telas y alfombras donde una gran escultura de piedra de un golem
descansaba sobre lo alto. Los rubíes rojizos que tenía incrustado en los ojos llamaron
enseguida la atención de Tine que se preguntó cuánto podrían valer.
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La escultura estaba tallada con todo lujo de detalles, desde las facciones y la barba del
rostro, pasando por su envidiable musculatura hasta los espléndidos puños de aspecto
temible.
A sus pies, descansaba un atril plateado que sostenía un libro de tapa dorada. En él,
runas como la de las paredes, adornaban su tapa y concedían al libro un aspecto
intrigante que levantó el recelo en el rostro del humano.
Un fuerte estruendo resonó a las espaldas de Saigan, lo que produjo una rápida reacción
de su compañero que desenfundó las pequeñas espadas. Sus ojos recelosos observaron la
puerta deseando con todas sus fuerzas que no cediese, pero Saigan notando la
preocupación de Tine, le puso la mano en un hombro y le tranquilizó.
􀀭 No podrá entrar, no temas. Ésta es una sala de gran poder, y ni un centenar de
Linforot podrían entrar aunque envistiesen la puarte todos a la vez. Un gran
poder nos protege, aunque tú no puedas apreciarlo.
Las palabras del mago calmaron aparentemente la angustia de Tine, aunque no dejó ni un
instante de situar sus manos cerca de las empuñaduras de las espadas.
Saigan mientras tanto fijó su vista en el fondo de la sala sometiéndola a un escrutinio
refinado en busca de cualquier tipo de peligro.
􀀭 ¿Es ese libro lo que buscas verdad? – Dijo de pronto Tine con la sospecha de que
no eran los formidables tesoros dorados lo que el mago buscaba.
􀀭 Veo que poco a poco algo bueno se te va pegando de mi- dijo Saigan a modo de
contestación mientras se encaminaba hacia las paredes para proceder a la lectura
de símbolos y runas.- No toques nada ¿de acuerdo?
Saigan examinó detenidamente los símbolos deteniéndose en algunos de ellos para
examinarlos con algo más de detenimiento. Mientras tanto, Tine recorrió la sala
lentamente observando los numerosos tesoros que guardaba la instancia. Había decidido
llevarse parte de ellos, o al menos todo lo que entrase en su mochila y bolsillos, ya que
un libro a él le servía de poco, y le serían de más ayuda las numerosas piezas de oro a la
par que recompensaría mejor los riesgos sufridos.
Los golpes en la puerta parecieron cesar dándole la razón al mago una vez más. El
Linforot comprendió pronto que no podría entrar y decidió abandonar a sus presas, cosa
poco frecuente por otra parte, pero a sabiendas que los Kurguls seguían esperando a ser
devorados.
􀀭 ¿Para qué diantre necesitas ese libro Saigan?- Preguntó Tine.
􀀭 Eso no es de tu incumbencia. Para lo que yo quiera ese libro es solo cosa mía.
􀀭 Venga hombre, no me digas esto ahora. Creo que merezco al menos una
explicación mejor después de casi haber sido devorado por un bicho tan feo
como el de ahí fuera ¿no crees?. Reconoce que sin mi no habrías podido pasar
con él en medio.
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Saigan se tomó unos momentos de reflexión ignorando al humano mientras seguía
examinando las runas. Tras una breve pausa se volvió hacia Tine.
􀀭 Ese es el libro de Argaraht que fue creado y escrito por el propio Irick hijo de
Azula. Conténtate con saber que su poder es inmenso, está escrito en el lenguaje
de las runas y provocaría la muerte a aquel que tratase de leerlo o manipularlo sin
el poder necesario para ello.
􀀭 Y para qué lo quieres tú?.- preguntó Tine.
􀀭 Digamos que con él podré llegar donde siempre soñé. La lectura de ese libro
provoca un considerable aumento de poder en la persona que consiga descifrar su
contenido, siempre y cuando tenga el poder para resistirlo y no perecer en el
intento claro.
Tine examinó con cuidadoso detalle un jarrón dorado situado sobre una pequeña semi
columna. Su valor parecía incalculable, y Tine imaginó la cantidad de dinero que podría
obtener con la venta de aquel objeto, sin embargo decidió no tocarlo por el momento tal
y como Saigan le había pedido, pero sin duda sería su primera adquisición cuando el
mago lo consintiese. El segundo serían los ojos de rubíes rojizos incrustados en la estatua
del fondo. Erguida justo detrás del atril que sostenía el libro, la estatua de ojos
centelleantes parecía vigilar la sala y hechizado por sus ojos, Tine se aproximó a los pies
del Gigante de piedra para poder contemplar con mayor detalle los rubíes.
Saigan estaba contemplando una línea de runas que había captado poderosamente su
atención cuando un fuerte crujido a su espalda hizo que dejase su tarea de inmediato.
Al dar media vuelta contempló como Tine se encontraba inmóvil a escasos metros de la
plataforma en la que descansaba el libro. Apenas respiraba o se movía, solo unos leves
pestañeos de ojos hicieron que Saigan supiese que no había sido víctima de algún
hechizo de petrificación. Sin embargo no identificaba la raíz del fuerte crujido que había
escuchado.
􀀭 ¿Qué has hecho botarate? – Preguntó Saigan acercándose al humano
En ese momento la estatua de ojos rojizos volvió a crujir dejando caer arena y trozos de
roca. De pronto, comenzó a moverse, primero comenzando por el cuello para dirigir la
mirada hacia el inmóvil humano, y luego las manos para poco a poco ir desentumeciendo
su rocoso cuerpo.
Finalmente el Golem de piedra dio un paso al frente produciendo un fuerte estruendo.
􀀭 Yo no he tocado nada lo juro – confesó Tine asustado.
Saigan no prestaba atención a los lamentos de Tine concentrado en estudiar a tan
fabuloso rival. El golem era una colosal criatura de piedra que debía medir entre doce y
quince metros. Sus ojos rojizos adquirieron un brillo aún mayor al tomar vida, y se movía
pesadamente.
Lo que más inquietaba al mago eran los poderosos y enormes puños del Golem, creados
y preparados para destruir todo lo que se opusiesen a ellos, y como él bien sabía, los
Golem eran criaturas enormemente poderosas, casi inmunes a ataques físicos, y muy
resistentes a ataques mágicos.
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Invocado su poder, Saigan lanzó una bola de luz blanca a los ojos del Golem antes de
que éste pudiese decidir atacar. La bola impactó contra el rostro de gigante pétreo sin
hacerle el mayor daño, sin embargo le cegó lo suficiente para distraerle y permitir que
Saigan se colase velozmente entre sus piernas para hacerse con el libro dorado.
􀀭 Necesito que le distraigas. Solo el libro puede salvarnos, pero necesito encontrar
la forma de pararle- gritó Saigan.
Saliendo de su estado de trance, Tine reaccionó y contempló como el Golem comenzaba
a girarse en dirección a Saigan. Rápidamente lanzó una piedra que impactó en la cabeza
del Golem. Este dio media vuelta y sus ojos centellearon al ver a su agresor.
Poco a poco Tine fue retrocediendo mientras el Golem daba pesados pasos hacia su
posición. Finalmente sin poder eludir más la sensación de pánico, Tine giró sobre si
mismo y comenzó a correr hacia la puerta de la sala. Sin embargo y para la sorpresa del
Mago, el Golem no era tan lento como se presuponía, y ágilmente comenzó a acelerar
sus pasos provocando un estruendo en la sala que hacía temblar toda la instancia. Tine se
refugió tras una columna y tomó un poco de aire hasta que las sonoras pisadas cesaron.
Se asomó sigiloso por uno de los lados de la columna justo para ver como el Golem
situado al otro extremo de esta, alzaba el puño para golpear. Ágilmente el humano
consiguió evadir el golpe del Golem que impactó contra la columna haciendo que esta se
resquebrajase y se hiciese añicos cayendo encima del Golem que con gran fuerza aguantó
la lluvia de piedras y rocas sin sufrir el menor daño.
Saigan mientras tanto se había situado en el Atril y pasaba las hojas del libro de forma
frenética tratado de encontrar alguna solución al problema en el que se hallaban metidos.
Tine estaba obligado a correr de un lado para otro de la sala lo más rápido posible para
esquivar los ataques del Golem. El gigante pétreo era tremendamente fuerte y pesado,
sin embargo sus movimientos eran ágiles, los golpes rápidos y certeros, y a pesar del
esfuerzo no parecía fatigarse lo más mínimo. El Golem trató de aplastar de un pisotón al
escurridizo humano, que una vez más salió ileso y fue a esconderse detrás de una de las
estatuas que representaba al golem pero de tamaño inferior.
Con un fuerte estruendo, el Golem arrancó la estatua del suelo y la arrojó varios metros
más atrás para dejar nuevamente a Tine al descubierto, y en ese momento decidió atacar
ya que el Golem había bajado la guardia confiado en su victoria. Tine sacó una de las
bolas de pinchos arrojadizas y la lanzó contra la criatura de piedra. La bola impactó
contra el pómulo derecho del Golem que ni pestañeó; rebotó y calló nuevamente al
suelo. Tine contraatacó desenfundado sus dos espadas y pasando entre las piernas del
enorme Golem soltó dos rápidos cortes a las rodillas tratando de dejar inmovilizadas sus
extremidades inferiores. Sin embargo, las hojas resbalaron contra la sólida roca
produciendo una explosión de chispas que saltaron al entrar en contacto las hojas de
acero con la sólida piedra.
El Golem no sintió el más mínimo daño y dando media vuelta trató de aplastar a su
contrincante con un rápido y certero pisotón. Esta vez el ataque fue esquivado con
mucho menos margen que las anteriores ocasiones, e hizo que Tine se trastabillase
perdiendo una de sus espadas en el intento de huir de la vista del enemigo.
􀀭 Aquí está – Dijo Saigan jubiloso deteniéndose en una de las hojas del libro.
El Golem envistió con fuerza la columna tras la que se resguardaba Tine, y ésta cedió
ante al violento ataque provocando un enorme estruendo y una tormenta de arena y
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polvo. Tine aprovechó la baja visibilidad para cambiar de posición, pero algo le alzó con
fuerza del suelo y cuando salió de la densa tormenta de polvo se encontró prisionero de
las poderosas manos del Golem. La criatura agarró a Tine con una sola de las manos
alzándole por los aires, y se preparó a asestarle el golpe mortal con la mano contraria, a
lo que Tine respondió cerrando los ojos a sabiendas de su inminente final. Pero justo en
ese momento, segundos antes de que la vida del humano se extinguiese para siempre,
Saigan intervino en la contienda.
􀀭 Al Goiy twa Monther. Dhenthen kon croathen- Dijo con fuerza. El Golem frenó
el movimiento de su mano y giró hacia donde se situaba Saigan. Al ver al Mago
portando el libro, el golem abrió la mano y Tine dio con sus huesos en el suelo.
Rápidamente rodó bajo las piernas de la criatura y se escondió tras una pila de
tesoros situados cerca allí.
􀀭 Al Goiy twa Monther datont avdezembo – Dijo Saigan con decisión mientras se
acercaba a la criatura.
El Golem pareció petrificarse y volver al estado de letargo inicial escuchando
atentamente las palabras del Mago. Saigan se acercó lentamente al Golem y una vez a su
lado, tocó con la palma de la mano la superficie rocosa volviendo a hablar alto y
decidido.
􀀭 Eras croathin Anthilus. Jeskans naw- El golem hincó la rodilla derecha sobre la
tierra postrándose ante el mago que sostenía con firmeza el libro dorado. La
criatura pétrea comenzó a brillar y trascurridos unos segundos su tamaño fue
menguando cada vez más hasta finalizar en una pequeña estatuilla de piedra de
tamaño algo superior al diámetro de un anillo. Tras ésta transformación el Mago
cerró el libro, recogió la estatuilla y la guardó en uno de sus bolsillos.
􀀭 ¿Quién era esa criatura? –preguntó Tine mientras sacudía sus ropajes sucios.
􀀭 El guardián del libro – dijo Saigan como respuesta.
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Capítulo 6. Una sombra en la noche
El viento aumentaba su fuerza a medida que Xian y Cauros ascendían por la ladera este
de las Úmrath. Habían pensado que el viento por ese costado sería menos violento, sin
embargo pronto descubrieron que eligiesen el camino que eligiesen pasar la Úmrath sería
una tarea complicada.
Su ascenso empeoró aún más cuando el viento comenzó a llegar acompañado de finos
copos de nieve, que poco a poco fueron creciendo en grosor hasta convertirse en una
peligrosa tormenta helada que obligó a los viajeros a refugiarse en un pequeño saliente
situado en la misma roca.
Era el primer respiro que Xian y Cauros daban en las últimas cuatro horas de ascenso, y
a pesar de estar ya a escasos metros de la cima, decidieron acampar bajo el saliente
rocoso, a la espera de que la tormenta amainase.
􀀭 Creo que deberíamos pasar aquí la noche Xian – dijo Cauros mientras se envolvía
en la capa para refugiarse del gélido viento.
- No, es mejor esperar a que la tormenta decrezca y tomar la cima aprovechando la
oscuridad de la noche, es más seguro – dijo Xian. – Llámame loco pero prefiero
aprovechar las sombras para deslizarme sin ser visto, que arriesgar mi descanso
en la oscuridad tenebrosa de esta montaña.
􀀭 Tal vez tengas razón amigo – dijo Cauros. – Además, no termino de fiarme de
que mi padre aparezca en cualquier momento ladera abajo para tratar de hacernos
volver. Cuanta más distancia recorramos en este primer día de viaje, tanto mejor.
Pasaron un largo rato bajo la roca esperando que el tiempo amainase, pero nada parecía
contenerlo. Cauros aprovechaba el tiempo sacando algo de filo a su hacha, mientras que
Xian se concentraba más en mantener las manos calientes. Extrañaba ya el hogar, a pesar
de haberlo abandonado pocas horas atrás, pero sabía que en su viaje no había retorno
posible, y era consciente de que posiblemente jamás volviese a pisar su ciudad de origen.
La extraña silueta que el día anterior había visto en sueños atacando a su padre volvió de
pronto a su mente. Aquel sueño había dejado algo inquieto al joven humano, y a pesar de
no darle mucha importancia, parecía que el sueño golpeaba continuamente sus
pensamientos en busca de un significado. Sabía perfectamente que posiblemente no
existiese tal significado, sin embargo había oído hablar largo y tendido sobre hechos
narrados a personas mediante los sueños gracias a la magia. Decían que no todo el
mundo tenía talento para la magia, pero cuando duermes, se es más receptivo a ella, y
ciertas vibraciones mágicas pueden hacerte tener visiones sobre sucesos ya sean pasados,
presentes o futuros.
En cualquier caso eran solo dichos y enseñanzas, y nada de ello estaba probado, con lo
que Xian seguía sin poder atribuirle demasiada importancia al sueño que atormentaba su
mente.
Una silueta oscura que pareció moverse en la lejanía interrumpió sus meditaciones. Era
oscura, borrosa y a cierta distancia se confundía en la oscuridad por motivo de la
ventisca de nieve que por fin había remitido en fuerza.
Xian concentró más la visión en la negrura intentando distinguir que era en realidad la
negra silueta, la cual permanecía completamente inmóvil y se preguntó si no sería solo
una mala pasada producto de la imaginación.
El muchacho se puso en pie llamando la atención de Cauros.
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􀀭 ¿Qué te ocurre? – preguntó Cauros observando la inquietud en su compañero.
􀀭 Me ha parecido ver algo. ¿Ves aquella silueta negra del fondo? –Dijo Xian
señalando con el dedo la posición de la silueta.
􀀭 ¿Dónde? , no veo nada – dijo Cauros
Sorprendentemente la silueta ya no estaba en el lugar señalado y Xian se quedó perplejo.
􀀭 Deberíamos irnos – Exclamó Xian. – La tormenta ha remitido y me gustaría
hacer cumbre antes de que apriete de nuevo.
Cauros respondió a su petición levantándose, y tras recoger las pertenencias
emprendieron el último tramo del ascenso.
No tardaron mucho en llegar a la cima de la montaña, pero el viento comenzó a
arremeter nuevamente con fuerza en el mismo momento en el que llegaron a su destino.
􀀭 Refugiémonos en las cuevas –Dijo Cauros cambiando bruscamente de dirección.
Unas oscuras y profundas cuevas estaban situadas en la ladera de la montaña un poco
más al este de la cumbre. Contaban en la ciudad, que antaño esas cuevas habían dado
cobijo a una enorme criatura de enorme poder y cabeza reptiliana, sin embargo siendo o
no cierta la leyenda, las cuevas llevaban lustros desabitadas. De pequeño Xian iba de vez
en cuando con su padre y se entretenía explorándolas e intentando dar caza a los
murciélagos que habitaban dentro. La tormenta estaba desatada por completo superando
incluso la violencia anterior, y las cuevas serían el escenario perfecto para descansar y
protegerse del frío, por lo que ambos sin mediar palabra decidieron que la mejor opción
era pasar la noche allí.
La entrada era de grandes proporciones, y una vez dentro, las cuevas se dividían en
distintas salas y túneles de diversos tamaños.
Giraron a la derecha para protegerse de la ventisca que entraba por la abertura de la
cueva y llegaron a una sala de tamaño considerable donde decidieron instalar el pequeño
campamento.
Ambos estaban agotados, sin embargo y a pesar de la protección de las cuevas sobre
miradas indiscretas, decidieron que Xian haría el primer turno de guardia mientras
Cauros descansaba. Antes encendieron un fuego y comieron parte de las provisiones que
habían llevado consigo para tomar fuerzas, y tras ello Cauros inició sus descanso
envolviéndose en su capa.
Varias horas pasaron mientras Xian trataba de vencer al sueño para mantenerse alerta.
Estaba inquieto por lo sucedido anteriormente con la misteriosa silueta pero tal vez fuese
un simple animal de la montaña. Se dijo.
Sus pensamientos volvieron entonces hacia su hogar pensando en lo cómodo que se
encontraría en la confortable cama de madera que Balkorft le había construido hace
años, arropado con las cálidas mantas de lana de oveja.
Un breve espasmo alertó a Xian de que estaba apunto de dormirse, y abrió los ojos lo
justo como para ver una silueta que velozmente se lanzó sobre él.
Era ágil y rápida, y envuelta en las sombras no dio tiempo de reacción al desprevenido
Xian, y tras sacar una espada corta, la situó en la garganta del sorprendido muchacho
mientras le tapaba la boca para evitar que alentase a su compañero.
􀀭 Despacio- Siseó la silueta alejando a Xian de su compañero que roncaba
plácidamente.
Amenazando con rebanarle el cuello, el anónimo personaje alejó unos metros a Xian
de la luz del fuego. Luego soltó al chico y le dio media vuelta para observarle mejor,
no sin antes situar la punta de la espada en la nuez para evitar toda tentación de pedir
auxilio.
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􀀭 ¿Quién eres? – Preguntó Xian. – No queremos problemas, solo somos honrados
viajeros.
El extraño personaje iba ataviado con una capa negra que envolvía su cuerpo, y una
capucha ocultaba tras la sombra el rostro de su atacante. Medía alrededor del metro
sesenta y siete y un arco con un carcaj repleto de flechas colgaban de su espalda.
El extraño observó el entorno de la cueva analizando la situación, y tras su minucioso
estudio repasó a Xian de arriba abajo.
􀀭 Parecéis gente honrada ciertamente. No tengo intención de haceros daño- dijo
apartando la espada y volviendo a envainarla.- Siempre y cuando no queráis
tampoco hacérmelo a mí- Sentenció
Cauros despertó de súbito al escuchar la voz del extraño, pero Xian le tranquilizó con un
gesto de la mano.
􀀭 Permítenos ofrecerte el calor de nuestro fuego – se ofreció Xian acompañando al
extraño junto a la hoguera. - ¿Cuál es tu nombre Guerrero?- Preguntó Xian.
􀀭 Guerrero no; dijo el extraño echando para atrás la capucha para dejar al
descubierto el rostro de una joven mujer. – Mi nombre es Yuria – dijo la joven
mientras tomaba asiento cerca del fuego.
Xian pudo contemplar con mayor detalle junto a las resplandecientes llamas a la joven
mujer. Era rubia con ojos verdes claros, y su cabello liso caía algo más que de la altura
de los hombros. Una perfecta raya lateral en su peinado llevaba el pelo hacia un lado,
mientras su flequillo estaba recogido hacia el lado contrario.
A pesar de la capa, podía notarse que la joven mujer tenía una silueta esbelta y moldeada
pero fibrosa y definida muy típica entre las mujeres que sabían luchar con destreza.
Tenía una sonrisa preciosa adornada con perfectos y alineados dientes blancos como la
nieve, y los pómulos poseían un color rojizo natural que realzaba sus preciosos ojos
verdes. Sin duda alguna, era una de las mujeres más bellas que Xian jamás había visto
nunca.
􀀭 Mi nombre es Xian, y él es mi compañero de viaje Cauros. Somos de viajeros de
Kablin y nos dirigíamos al norte cuando la tormenta nos sorprendió. Dime, ¿de
dónde sois y a dónde os dirigís?
􀀭 Mi procedencia y asuntos son cosa mía – respondió recelosa. – Aunque comparto
la misma dirección que vosotros y el norte es mi destino.
Un incómodo silencio se produjo tras la respuesta de Yuria, aunque ni Cauros ni Xian
quisieron presionar a la joven en busca de una mejor respuesta. No parecía una amenaza
para ellos, y de una forma extraña, la joven inspiraba confianza y no temor.
􀀭 Hace unas horas mi compañero creyó ver una silueta en la oscuridad. ¿Erais vos?
– preguntó Cauros interrumpiendo el incómodo silencio.
􀀭 Claro que era yo – respondió ella. – Llevaba siguiéndoos un par de horas sin que
notaseis mi presencia. No estaba segura de que fueseis amigos o enemigos
􀀭 Eres una buena montaraz – dijo Xian. –También te manejas bien y rápido con la
espada. ¿Quién te ha adiestrado?
􀀭 Tuve buenos maestros – dijo. Sin embargo no soy tan buen montaraz como
crees, era fácil seguiros el rastro y deberíais cuidar mejor vuestros pasos
ocultándolos de enemigos, porque hasta una horda de Kurguls ebrios podrían
haberos seguido sin que os dierais cuenta.
Cauros y Xian cruzaron sus miradas y avergonzados agacharon la cabeza. Sabían que
Yuria tenía razón y se avergonzaban de haber sido tan poco precavidos.
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Tras ofrecer algo de comida a la invitada que esta rechazó, decidieron dormir lo que
quedaba de noche, y como Cauros había descansado hasta entonces, se ofreció para
hacer la guardia mientras Xian y Yuria descansaban.
La noche discurrió sin mayores sobresaltos, y poco después de la salida del sol, Cauros
los despertó para proseguir el viaje.
Antes de levantar el campamento recargaron fuerzas con un suculento desayuno, o al
menos Xian y Cauros, ya que yuria decidió desayunar lo que ella portaba, tomando un
desayuno compuesto por hiervas y diversos frutos calentados previamente en agua
hirviendo.
􀀭 ¿Qué diablos comes?- preguntó Xian.
􀀭 Esto son hiervas Verevere, del lejano bosque de Lith. Tienen una alta
concentración de vitaminas y protecciones para el cuerpo. Desgraciadamente tu
ignorancia te impide conocer algo tan esencial.
􀀭 Disculpe pues mi ignorancia, mis conocimientos no son tan extensos como los
que posee alguien tan sabia como vos – respondió Xian en tono irónico y burlón.
􀀭 Veo que tus sarcasmos son mucho más amplios que vuestro conocimiento sobre
plantas. De lo contrario sabríais de las propiedades de las hojas Verevere. Esto
que estoy preparando me permitirá pasar días sin probar bocado si así fuese
necesario, y a pesar de sacrificar el gusto para el paladar, me aportan muchas más
cosas tremendamente importantes para un viaje largo.
La respuesta dejó perplejo a Cares que escuchaba todo lo que Yuria podía enseñarles
con entusiasmo y devoción, no así Xian, que molesto con las formas mostradas por la
mujer, dio media vuelta enojado y comenzó a recoger sus pertenencias.
Tras el desayuno y haber recogido el campamento, los tres compañeros abandonaron las
cuevas.
Afuera, la nieve cubría la totalidad de la montaña, y las señales visibles hacían ver que la
tormenta había sido de grandes proporciones. La capa de nieve del suelo era de al menos
un cuarto de metro lo que dificultaba en gran medida el avance del grupo.
Como Yuria iba en la misma dirección, decidieron seguir de momento juntos, ya que los
peligros de la montaña eran más fáciles de encarar entre tres.
Yuria iba en la retaguardia del grupo y continuamente miraba atrás. Cauros la preguntó
al respecto, pero ella se limitaba a responder que quería asegurarse de ocultar bien su
rastro para evitar que les siguiesen, tal y cómo les había aconsejado la noche anterior.
Afortunadamente las señales evidentes de una nueva tormenta ayudarían a tapar las
huellas que dejaban en la nieve.
El frío y la nieve fueron disminuyendo a medida que descendían la montaña, hasta que
por fin volvieron a divisar vegetación y pequeños riachuelos que corrían alegres ladera
abajo. Era una pena la niebla que se había levantado aquella mañana ya que las vistas
desde la ladera norte de las Úmrath eran conocidas en todo el valle por su hermosura y
esplendor.
Tras cuatro horas de descenso, por fin llegaron al pie de la montaña.
􀀭 Bien, terminó el descenso – dijo Cauros. ¿Hacia donde piensas ir? – preguntó a la
joven muchacha que miraba el horizonte con detenimiento.
􀀭 Creo que iré a la ciudad de Edurels. Allí tengo un familiar al que quiero ver.
􀀭 Si no me equivoco ¿eso está al norte no? – dijo Cauros
􀀭 Efectivamente.
􀀭 Bien, ¿Por qué no vienes con nosotros? Vamos también dirección norte hacia…
La mirada amenazadora de Xian interrumpió la frase de Cauros.
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􀀭 Vamos al norte, con lo que no habría problemas en que fuésemos juntos –
finalizó.
􀀭 No estoy segura de que eso sea la mejor opción – dijo ella.
􀀭 No opino lo mismo – dijo Cauros. Tres intimidan más que uno, ¿verdad Xian?
􀀭 Que haga lo que quiera – respondió Xian adelantándose.
􀀭 No le hagas caso, está de mal humor – dijo Cauros. – Podemos remontar el río
Gris hacia el norte, sería una forma rápida y cómoda de viajar. Todos iremos en
la dirección correcta, no hay problema alguno.
Yuria quedó pensativa unos instantes analizando sus alternativas. Finalmente aceptó.
􀀭 De acuerdo, compartiremos camino, pero a tu compañero no le va a gustar.
􀀭 No te preocupes, se le pasará. Es buena gente, aunque muy cabezón.
Ambos se unieron a Xian que ya había emprendido el camino hacia el norte dejando atrás
su hogar y las imponentes montañas Úmrath. Ahora delante de ellos se expandía algo
más impresionante si cave. Una extensa llanura en la que la vista no podía llegar a ver su
final.
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Capítulo 7. Orgullo Guerrero
La enorme hoguera creada en el centro del poblado iluminaba a los dos guerreros
Acritos. Se miraban fijamente el uno al otro retándose mientras la multitud que se
agolpaba alrededor formando un gran círculo, coreaban sus nombres para infundirles
fuerza y valor.
Situado al nordeste del lago Ancarot lindando con el desierto de Iselrald, Acrat el
pueblo de loa Acritos se alzaba sobre una pequeña colina.
Acrat estaba fuertemente fortificada y pensada para la guerra. Poseía una fuerte y
resistente empalizada además de un foso profundo con estacas que protegían el
perímetro del poblado.
Situado en lo alto de la colina, Acrat tenía unas magníficas vistas de la región y la dotaba
de una clara ventaja en batalla.
Solo tenían una entrada con el objetivo de obstaculizar cualquier intento de invasión
enemiga, y ésta era protegida con por un puente levadizo hecho con grandes troncos de
árboles que se extendían para permitir cruzar el enorme foso solo si los invitados eran
bien recibidos, porque de los contrario permanecía en lo alto aislándoles de sus
enemigos.
En el interior de Acrat las estructuras y viviendas estaban hechas y pensadas por y para la
guerra. Distribuidas de forma milimétrica, los hogares y casas de los Acritos estaban
situados de tal forma que formaban perfectos anillos alrededor del punto central del
pueblo donde se encontraba la casa del rey, y la plaza central.
Los anillos de viviendas formaban un fuerte escudo de piedra y madera, pensados para
frenar las acometidas enemigas, y las calles que circulaban todas en línea recta hacia el
centro del pueblo, eran estrechas y largas para dificultar todo lo posible el avance de
formaciones de combate y máquinas de guerra.
Para apuntalar las defensas, cada vivienda de Acrat estaba diseñada para constituir un
formidable obstáculo en el avance enemigo. Poseían entradas y salidas ocultas para hacer
posibles ataques sorpresa sobre el enemigo, así como ventanas que daban a las calles por
las que tendría que avanzar el enemigo desde las cuales poder arrojar aceite hirviendo o
rocas pesadas.
Así pues, Acrat era un pueblo creado por y para la guerra, a imagen y semejanza de sus
habitantes, los Acritos, Bárbaros orgullosos que amaban por encima de todo la lucha, y
honraban el valor y la fuerza ante todo.
Los dos guerreros comenzaron a girar en círculos sin desviar la mirada el uno del otro,
analizándose, tramando los planes de ataque, y sometiendo al enemigo a un detallado
estudio que le permitiese tomar cualquier tipo de ventaja. Así se les enseñaban desde
pequeños, y así se habían convertido en uno de los pueblos más temidos en el campo de
batalla.
Ambos guerreros eran de grandes dimensiones, por encima de los dos metros, fuertes,
fibrosos y con una musculatura envidiable. Sus cuellos eran anchos como troncos de
árbol, y el torso iba ganando anchura según ascendían desde la cintura hasta los
hombros.
Tenían diversas cicatrices distribuidas por el cuerpo que portaban con orgullo motivados
por enfrentamientos pasados, e iban desnudos de cintura para arriba pero pintados con
símbolos y runas acritas.
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Ambos guerreros envistieron a la vez juntando las palmas de sus manos para medir la
fuerza, y los asistentes al duelo gritaron enfervorizados. Los músculos de los dos
guerreros se tensaron intentados doblegar al contrario haciendo aparecer varias venas en
los fornidos cuellos y bíceps.
Uno de los guerreros, el de mayor tamaño, pareció tomar ventaja al hacer retroceder al
otro, pero rápidamente éste soltó las manos de su contrincante y giró en redondo para
intentar hacer perder el equilibrio al rival. Falló sin embargo, y nuevamente volvieron a
agarrarse ésta vez por los hombros y cuello tratando de desestabilizar al contrario lo
justo para derribarle, pero las dos colosales fuerzas de la naturaleza no cedían la una
frente a la otra.
Nuevamente se soltaron como para tomar un respiro, pero el guerrero de menor tamaño
asestó un fuerte puñetazo en la mejilla del otro, que aguantó estoicamente la posición
para responder con un golpe a dos manos entre juntando los puños que hizo caer al otro.
Antes de que pudiese asestar otro golpe, el guerrero caído había vuelto a ponerse en pie
y observaba a su oponente. Un silencio entre la multitud fue el comienzo de una unísona
canción de guerra que entonaron a la vez. Esta fue cogiendo fuerza a medida que los
guerreros giraban en círculos buscando un punto débil en la defensa rival, y el
enfrentamiento tomaba mayor emoción ante la igualdad de la contienda.
El guerrero más pequeño se lanzó con fuerza envistiendo con los hombros a su rival, que
fue reculando hasta chocar con una roca lo que debió producirle un gran dolor. El
atacante aprovechó éste hecho para asestar numerosos golpes en el rostro del bárbaro
que aguantó sin un solo gesto de dolor. Seis fueron los golpes seguidos que consiguió
encadenar el guerrero más pequeño, pero el séptimo fue detenido con contundencia, y el
guerrero más grande atacó utilizando sus manos como si fuesen dos hachas y golpeado a
la vez los dos lados del fornido cuello del contrincante.
Este golpe hizo mella en el rival, y antes darse cuenta, el bárbaro le cogió por los
hombros y con una fuerza sobre humana le alzó en volandas por encima de la cabeza y
comenzó a dar pasos decididos con la pesada carga sostenida tan solo con los brazos.
Los presentes gritaban emocionados ¡Mutembo!¡Mutembo! mientras las canciones de
guerra subían de nivel.
Mutembo hizo un último esfuerzo y lanzó por los aires a su oponente que fue a chocar
contra una de las viviendas cayendo al suelo de forma pesada. El guerrero quedó confuso
y noqueado en el suelo, y antes de poder reponerse del brutal choque, Mutembo se
abalanzó sobre él inmovilizándole por completo dispuesto a dar el golpe de gracia con el
puño el alto. Un silencio absoluto acompaño los segundos finales en los que ambos
guerreros volvieron a cruzar las miradas intentando adivinar los pensamientos del otro.
Mutembo bajó el puño de pronto, se levantó dejando libre al otro bárbaro, que despacio
pudo ponerse en pie ante los gritos y ánimos de la gente.
Los dos guerreros se fundieron en un sentido abrazo para dar por finalizado el combate
􀀭 Has luchado con fuerza y honor joven Mutembo – dijo el vencido al oído de su
contrincante.
􀀭 Lo mismo digo. Has sido mi más duro contrincante, y luchar contigo ha sido un
honor. – respondió Mutembo
La multitud gritaba enfervorizada y cantaban canciones en honor del vencedor.
¡Mutembo! ¡Mutembo! Gritaban con fuerza.
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La enorme carpa levantada para la ocasión haría sin duda alguna las delicias de los
asistentes.
Era alta y espaciosa, decorada con finos telares y gruesas pieles de animales en señal de
riqueza y poder. En el centro de la carpa se situaba una alargada mesa de madera de
roble que acogería el gran banquete con sus numerosos invitados, y ya reposaban sobre
ella suculentos manjares tales como sabrosos venados y faisanes, o fruta madura en
platos de oro y plata. Las copas de vino brillaban del mismo modo esperando ser llenadas
de espléndido vinos, fresca cerveza o delicioso agua miel.
A un extremo de la mesa se encontraba el sillón real sobre el que reposaba un anciano
hombre que portaba una bonita corona de plata y vestía gruesos ropajes de pieles. Aquel
hombre no era otro que el Rey de los Acritos, el rey Nulenvo.
Aquel hombre parecía meditar profundamente a la vez que descansaba su atormentada
cabeza mientras esperaba la hora indicada.
La cortina que cubría la entrada a la carpa se abrió en el mismo momento en que el Rey
Nulenvo se erguía sobre el trono para dar la bienvenida a los invitados. Decenas de
Bárbaros ataviados con ropajes de pieles comenzaron a entrar en la enorme carpa no sin
antes hacer una reverencia al rey. Poco a poco la sala fue llenándose de guerreros
hambrientos que deseaban comenzar el festín cuanto antes, mientras el rey saludaba
incesantemente a los guerreros que uno por uno entraban en la carpa y le brindaban un
sentido gesto de obediencia y respeto.
Un silencio se hizo cuando la cortina se cerró tras haber entrado el último invitado a la
estancia, al que precedió unos minutos de silencio y susurros mientras las miradas se
dirigían hacia la entrada a la espera del homenajeado.
La cortina volvió a retirase nuevamente y ante el murmullo de los bárbaros, penetró en la
sala Mutembo. Iba ataviado con hermosas pieles de osos de las montañas, y llevaba su
oscuro pelo como el carbón recogido en una coleta que caía por detrás de los hombros.
Caminaba erguido y orgulloso portando una enorme espada en el brazo derecho, que
desnudo de ropajes lucía la colosal musculatura del bárbaro guerrero.
Una bonita cinta dorada cubría la frente de Mutembo terminando en un nudo en la parte
trasera de la cabeza, y dos brazaletes dorados adornaban las muñecas del guerrero que
orgulloso se acercaba a su rey con paso lento pero decidido.
Los presentes no podían sino admirar el extraordinario guerrero que pasaba a su lado.
Invicto en combate y todo un maestro en el arte de la guerra, sus Dos metros quince
unidos al portentoso y fibroso físico que ostentaba, hacían de Mutembo un adversario
magnífico y hasta ese momento imbatido.
Cuando Mutembo llegó a la posición donde el Rey esperaba pacientemente, hincó una
rodilla en el suelo y bajó la mirada como muestra de obediencia y admiración.
􀀭 Puedes levantarte Guerrero – Dijo el rey.
Mutembo se puso en pie despacio pero continuó con la mirada gacha sin querer cruzar la
mirada con el rey.
􀀭 Hoy has combatido como un coloso, y has mostrado tu fuerza, tu valor, y tu
honor. Eres digno de mi respeto y de todo el pueblo Acrito – continuó el rey. –
Hoy cumples 20 años hijo mío. Según nuestras leyes ya eres considerado un
guerrero adulto y por ello, ya eres digno de tratar con tus semejantes como tal,
por lo que nunca más será necesario que evites mi mirada. Levanta la vista pues.
Mutembo levantó la mirada lentamente hasta que sus castaños ojos se cruzaron con los
de su propio padre, y esa era la primera vez desde que entró en la edad de instrucción a
los ocho años, que miraba a su padre del mismo modo. Solo los mayores de 20 años que
hubiesen demostrado valor serían considerados guerreros de pleno derecho y podrían
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mirar a sus semejantes a los ojos, así como del mismo modo, nadie que no sea
considerado guerrero podría mirarles a los ojos. Mutembo había cumplido los 20 años, y
había demostrado sobradamente su valor, por lo que ya era a todos los efectos
considerados un guerrero real al servicio del rey de los Acritos.
El rey cogió con sumo cuidado la espada que Mutembo portaba y la colocó de tal forma
que pudiese observarla de cerca. Era un regalo que su mujer fallecida le había hecho
cuando tan solo Mutembo contaba con 15 primaveras. La mandó forjar a los mejores
herreros del pueblo, su nombre era Ethelion y difícilmente existía una espada entre su
gente que pudiese igualar la belleza y poder de esa arma.
Nulenvo observaba con detalle la enorme espada que poseía una alargada hoja plateada
que partía de una empuñadura de bella factura. Ésta simulaba un oso rugiendo y en la
punta había incrustado un diamante azul legado de la familia de su esposa y que ahora
cedía a su descendiente de ese modo.
El Rey dio la vuelta a la espada y besando su hoja la lanzó fuerte contra el suelo
quedando incrustada hasta casi la mitad de la hoja.
􀀭 Has demostrado tu valor Mutembo – dijo con fuerza.- Tienes una poderosa
espada preparada para servir a tu pueblo. ¡¡Arráncala de la madre tierra y sirve a
tu rey con fuerza y honor!!
Mutembo se acercó a la espada y situando sus dos manos sobre la empuñadura tiró con
fuerza. Esto era un gesto de proclamación que generalmente pasaban sin problemas
aunque no sin esfuerzo debido a la poderosa fuerza con la que el Rey aún era capaz de
incrustar la espada en el suelo, sin embargo a Mutembo no le costó esfuerzo en absoluto
y la espada fue extraída de la tierra y alzada hacia el techo.
La multitud coreó el nombre de Mutembo y ovacionaron su fuerza hasta que el rey con
un gesto mandó silencio.
􀀭 Desde hoy eres considerado un guerrero Acrito. Como tal sirve a tu rey, defiende
a tu pueblo y lucha con fuerza y honor.- dijo el Rey antes de sentarse nuevamente
en la silla.
La muchedumbre volvió gritar otra vez para vitorear al nuevo guerrero, y entre cantos y
alabanzas comenzó el banquete de celebración.
Las bebidas se servían por doquier mientras degustaban los exquisitos manjares
dispuestos a lo largo de toda la mesa, y a no mucho tardar, la mesa quedó prácticamente
vacía de comida pero llena de vasijas y platos sucios con las sobras del banquete.
Entonces llegó el turno de las canciones. Mutembo sentado al lado de su padre pudo
escuchar como el resto de guerreros acritos entonaban una tras otras las canciones de
celebración del pueblo, otras dedicadas a la guerra, y por supuesto no faltaron las
referidas a Shilan uno de los hijos de Azula, ya que los Acritos tenían sus propias ideas y
costumbres religiosas.
Las celebraciones y cantos se prolongaron varias horas entre risas y bebidas hasta llegar
la media noche, momento en el cual los cantos cesaron y todos guardaron silencio. Era el
momento del acto final; en él Mutembo debería jurar lealtad a los dioses antes de
entregarse en cuerpo y alma a su pueblo. Era un acto más simbólico que obligatorio, sin
embargo debido al gran fanatismo religioso de los Acritos, éste acto era considerado
sumamente importante y sobre todo se trataba con un gran respeto.
Todos los guerreros Acritos se unieron por los hombros formando un gran círculo, en
cuyo centro se colocó Mutembo. El Rey alzado sobre su trono contemplaba la escena
con detenimiento y una fina lluvia comenzó a caer repicando sobre la lona de la carpa
para acompañar el acto.
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El silencio se hizo absoluto cuando Mutembo se arrodilló en el suelo y apoyando la
frente en el suelo comenzó a rezar en susurros mientras el resto de acritos cerraban los
ojos y comenzaban a mecerse de izquierda a derecha. El leve balanceo de los guerreros
fue creciendo a la vez que comenzaron a emitir un leve carraspeo de garganta para
acompañar los rezos de Mutembo que del mismo modo fueron elevando el tono de los
rezos. Estos se prolongaron varios minutos, siendo cada vez más rápidos y dichos con
voz más alta, hasta que alzándose de pronto, Mutembo alzó el puño en alto y
acompañado por un relámpago que iluminó el pueblo Acrito, gritó “Mandjer kar korver
ju kar bon Mujkinde” que significaba moriré por vosotros y por mi pueblo.
El silencio invadió la carpa y todos contemplaban al enorme guerrero cuando la lona que
cubría la entrada se movió para que entrase un joven muchacho. Estaba empapado por la
lluvia que caía fuera, y venía sofocado tras una prolongada carrera. El murmullo se
adueñó de todos los presentes ya que era sabido que nada podía interrumpir la
celebración de nombramiento, y solo los guerreros Acritos tenían derecho a estar en la
celebración.
􀀭 ¿Qué haces aquí Kardik? – Preguntó una voz.- Vuelve por donde has venido o
serás castigado.
Los murmullos crecieron y varias voces se unieron para increpar la interrupción que
habían sufrido. El muchacho aún exhausto no pudo responder y centró sus esfuerzos en
tratar de recuperar el aliento. Esto enfureció a varios de los guerreros hasta que uno se
acercó al muchacho y cogiéndole por los hombros se preparó a echarle de la carpa con
furia.
􀀭 ¡¡ Alto!!- gritó el Rey -. El chico tiene derecho a explicar que le ha hecho
interrumpirnos, y será escuchado. Soltadle y dejadle recuperar el aliento.
El fornido guerrero soltó al chico que al caer a duras penas pudo mantener el equilibrio.
􀀭 Ven, acércate- dijo Nulenvo.
El chico se aproximó despacio hasta donde se situaba el rey acrito y tras unos breves
segundos, trató de mediar palabra. Sin embargo de sus labios no salieron más que
palabras incoherentes y el rey optó por levantarse para tranquilizar al chico. Apoyando
una mano en el hombro trató de calmarle y con un gesto de complicidad le ayudó a
tranquilizarse.
􀀭 Mi nombre es Kardik majestad – Arrancó el muchacho.- Hace un par de días
partí rumbo Nord-Oeste para tratar de cazar algo para mi familia. Una noche
mientras dormía sobre una pequeña colina desperté por unos ruidos que escuché.
Me asomé sigilosamente y…. – El muchacho se vio obligado a parar debido a
numerosos temblores que recorrieron su cuerpo.
􀀭 ¿Qué viste Kardik? – preguntó el Rey con dulzura.
􀀭 Un ejército majestad- respondió el muchacho-. Un ejército de enormes
proporciones que ataviados con armaduras de placas negras acampaba al lado de
mi posición. Les escuché hablar majestad. Vienen a destruirnos – finalizó el
muchacho con un nuevo ataque de temblores.
􀀭 La Dama Negra – se dijo Nulenvo con voz baja confirmando sus sospechas.
Hacía tiempo que el Rey venía temiendo un ataque de Itaras, pero nunca pensó
que Cares utilizaría a su marioneta para atacarles. Sin embargo sabía que ese tipo
de comportamiento también era típico del despiadado Rey del Norte, que
escudándose tras sus aliados podría librar una batalla complicada sin arriesgar ni
uno solo de sus soldados. Sin embargo la estrategia era fabulosa, mucho más de
lo que el propio Cares podía pensar, ya que Nulenvo temía mucho más a la Dama
Negra y sus poderosos guerreros adiestrados, que al numeroso ejército de Itaras.
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􀀭 En media hora quiero el consejo formado – dijo el rey a los presente. – El resto
marchaos ahora.
Lentamente la carpa se fue vaciando de gente entre murmullos e incertidumbre, y en
última instancia fue a salir Mutembo cuando su padre le detuvo poniéndole la mano
sobre el hombro.
􀀭 Tú debes quedarte hijo. Como guerrero que ya eres, y a su vez heredero al trono
Acrito, pronto serás considerado un miembro del consejo. Aún no tienes voto,
pero debes ir para presenciar el consejo que hagamos e ir aprendiendo sobre la
importancia que tienen y su funcionamiento.
􀀭 Será un honor padre – fue la escueta respuesta del enorme guerrero.
En poco menos de media hora, el consejo estaba formado al completo. Sentados en sillas
situadas formando una perfecta circunferencia en torno a una mesa octogonal, los ocho
integrantes del consejo se situaban en cada uno de los lados del octógono. Mutembo
permanecía en pie, ya que no tenía sitio en el consejo ni voto, hasta que uno de sus
miembros causase baja.
􀀭 Bien, hoy tenemos que tratar un tema de suma importancia – dijo Nulenvo
tomando la palabra. – Como todos sabéis, parece ser que un gran ejército viene
hacia nuestra ciudad con el propósito de aniquilarnos-. El silencio y las
reflexiones se entrelazaron en el tenso ambiente político que se respiraba en la
sala. Mutembo mientras tanto seguía cada gesto y cada palabra con detenimiento
sumido en las sombras de la sala.
􀀭 La Dama oscura, la temida Ludianne hija del Paladín oscuro comanda a su
entrenado ejército hacia nuestras fronteras y hoy aquí debemos decidir qué
medidas tomar al respecto.
􀀭 ¿ De qué tipo de ejército estamos hablando y de cuantos efectivos? – preguntó
uno de los consejeros. El situado a su derecha respondió rápidamente
􀀭 He interrogado con más detalle al chico. Según pude sacarle, creo que pueden
estar alrededor de unos dos mil quinientos o tres mil guerreros negros. Su
número no es inquietante, sin embargo todos sabemos de su peligrosidad en
combate.
􀀭 Es cierto – alzó la voz otro-. El pueblo negro posiblemente sea el único que
pueda equipararse ligeramente a nuestro pueblo en cuanto habilidad en combate.
Están bien adiestrados y manejan las espadas como demonios del inframundo. He
estudiado a éste pueblo detenidamente desde hace años y no será una empresa
fácil vencerles.
􀀭 ¿Con cuantos guerreros podremos contar nosotros? - preguntó otra voz.
􀀭 Creo que podremos reunir unos dos mil guerreros- respondió el Rey tras
deliberar unos segundos
􀀭 Serán suficientes – respondió el primero de los consejeros.
􀀭 No les subestimes Arxar , no son un pueblo cualquiera. Saben luchar bien y no
será tan sencillo. Normalmente aunque nos superen en número vecemos
cómodamente, pero esta vez no será tan sencillo.
􀀭 Somos Acritos, el pueblo guerrero por excelencia y los hijos de Shilan. No
temeremos a nadie – dijo con fuerza Arxar. – Debemos atacar antes de ser
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atacados mi rey. Golpeemos nosotros primero, aprovechando el factor sorpresa.
Sin duda nunca esperarán que ataquemos nosotros antes.
El rey deliberó unos instantes. Sin embargo antes de que pudiese pronunciarse, Mutembo
abandonó las sombras y con voz firme contestó al consejero.
􀀭 Atacar nosotros dejando desprotegido nuestro pueblo, y desprotegiéndonos
nosotros mismos de la seguridad de sus defensas es una locura. De tener que
pelear, debemos hacerlo aquí, aprovechando nuestras defensas.
􀀭 ¿Y qué sabes tú? , solo un muchacho aún sin ningún tipo de experiencia en las
tácticas de guerra? – dijo Arxar irritado volviéndose hacia Mutembo. – Si ni tan
siquiera eres aún un miembro del consejo. Tu voto no vale nada.
􀀭 No vale nada Arxar – dijo Nulenvo levantándose a duras penas de su sillón - . Sin
embargo como asistente y como futuro miembro del consejo tiene derecho a
expresar lo que piensa y si sus deliberaciones son acertadas así lo ha de reconocer
el consejo.
Arxar retrocedió ante la contestación de su líder, y tranquilamente volvió a sentarse
en su silla. Mutembo permaneció erguido en la situación en la que se encontraba
mientras los presentes deliberaban unos segundos sobre ambas posturas.
􀀭 Bien, lo hechos han sido expuestos – prosiguió el rey - . Ha llegado el momento
de tomar una decisión. Atacar o esperar el ataque, solo a nosotros nos atañe esa
solución. Decidid ahora pues.
- Ya sabéis mi opinión – dijo con brusquedad Arxar - . Atacar es la mejor y única
solución para ganar ésta contienda.
􀀭 Yo en cambio veo arriesgado alejarnos de las ventajas que aportan nuestras
defensas – dijo el situado a la derecha de Arxar. Aunque perdamos el factor
sorpresa, yo prefiero defendernos en nuestro propio campo de batalla.
􀀭 Opino igual – alzó la voz otro de los miembros-. Antaño nuestras defensas
ganaron batallas complicadas. Debemos volver a confiar en ellas.
􀀭
Mutembo observaba atentamente las opiniones de cada uno de los consejeros
deseoso de ver el veredicto. Estaba convencido de que alejarse de las defensas de su
pueblo sería altamente peligroso, y no quería ver su pueblo reducido a cenizas por las
majaderías de un miembro del consejo con aires de grandeza que cree ser el guerrero
más extraordinario de toda Thambia.
􀀭 Yo soy de la misma idea que Arxar – alzó la voz otro. El factor sorpresa es
esencial en las batallas. Ellos creen tenerlo, pero anticipándonos ese factor será
aún superior a nuestro favor. Aún arriesgo de alejarnos de nuestras defensas, veo
sensata la idea de atacar primero, y esa es mi votación.
Uno a uno el resto de integrantes del consejo, fueron uniendo sus fuerzas al
consejero Arxar truncando abruptamente la esperanza inicial de Mutembo. La
votación había quedado con cinco votos a favor de atacar primero, y dos a favor de
defenderse tras las defensas Acritas. Sin embargo la esperanzas de Mutembo aún no
se habían desvanecido, debido a que aún faltaba por votar el Rey, y él tenía la
decisión final. Solo en el caso de que todos los consejeros votasen lo mismo el rey no
podría oponerse, pero en el caso de que uno o más consejeros no estuviesen de
acuerdo con la postura del resto de consejeros, sería el rey el que tomaría la decisión
final.
60
En medio de un pronunciado silencio en el que las miradas se centraron en el rey,
Nulenvo se levantó despacio de su asiento y con un leve carraspeo de garganta
previo procedió a dar su veredicto.
􀀭 La votación ha quedado con cinco votos a favor de atacar primero, y dos a favor
de esperar el ataque tras las defensas – comenzó Nulenvo seguido de un pausado
silencio-. Creo sinceramente que mi hijo Mutembo tiene razón. Los acritos
siempre nos hemos hecho fuerte tras nuestras defensas en Acrat y éstas han
resistido a ejércitos bien armados. Veo sabiduría en sus palabras, y creo que su
idea es acertada – continuó hablando ante las atentas miradas del consejo. Arxar
se preparó para contestar, pero rápidamente fue frenado en seco por un
movimiento de manos de Nulenvo. – Sin embargo – continuó.- Esta es una
decisión de suma importancia para nuestro pueblo, y el consejo ha hablado con
tanta sabiduría como mi hijo prefiriendo la senda de atacar primero. El rey no
quiere ser quien se oponga a la decisión del consejo, y como tal, he decidido que
con la mayor brevedad posible, partiremos hacia el norte con intención e atacar al
ejército negro y que sean los Acritos quienes asesten el primer golpe.
Los gestos de complicidad de Arxar contrastaron con los de frustración de Mutembo
que volvía a ocultarse en las sombras de la estancia.
􀀭 Quiero que el ejército esté listo para partir mañana con la mayor cantidad posible
de soldados.- finalizó el Rey.
Uno a uno los integrantes del consejo fueron abandonando la estancia hasta que
únicamente quedaron Nulenvo y su hijo.
􀀭 ¿Por qué padre? – preguntó el joven guerrero-. ¿Por qué tomas una decisión que
sabes incorrecta?
􀀭 Eres joven hijo mío. Te queda mucho por aprender y aún no sabes ver más allá de
una simple decisión, y mucho menos de las que tiene que tomar un Rey –
contestó antes de hacer otra pausa -. Tus argumentos eran sólidos y tu idea
razonable, y así yo lo comparto; sin embargo el consejo está formado por gente
del mismo modo sabia, y sus opiniones también deben ser escuchadas. Ellos por
votación y sin ser un resultado dudoso, han decidido la otra opción, y tal vez
tengan razón. No quiero ser yo el que desautorice su decisión ya que nos
enfrentamos a una elección que puede cambiar nuestras vidas. Las dos opciones
tenían sus puntos fuertes y puntos débiles. Como rey y salvo que esté seguro
completamente de que la decisión se errónea, mi deber es confiar en el consejo,
ya que siempre ha sido así, y siempre hemos sobrevivido.
􀀭 ¿Y qué pasa si se equivocan padre? – preguntó Mutembo
􀀭 Si se equivocan y se demuestra que tenías razón, yo no merezco ser Rey, y que
Shilan nos proteja, aunque es posible que ninguna de las dos opciones nos de la
victoria.
Con una cordial reverencia tras las explicaciones, Mutembo recogió su pesada espada y
abandonó la estancia.
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62
CAPITULO 8: HUIDA ENTRE SOMBRAS
Tine aún seguía intentado asimilar lo acontecido en la gran sala repleta de tesoros
mientras Saigan recogía sus pertenencias y se dirigía hacia la puerta por la cual
momentos antes habían entrado.
El polvo aún se acumulaba en las cejas y cabello del pequeño humano que atónico
observaba los desperfectos creados por la batalla mientras Saigan pasaba justo al lado del
perplejo hombrecillo. Este reaccionó sacudiendo la suciedad que le envolvía y se
apresuró a recoger algunos objetos y tesoros brillantes que quedaban cerca.
􀀭 Ni lo intentes botarate – dijo el Mago-. Ahí afuera hay un amiguito esperando
aún, y lo quieras o no tenemos que pasar por la misma prueba nuevamente. No te
conviene llevar más peso sobre tus espaldas. Yo que tu daría más valor a tu vida
que a esos tesoros.
Con cara de tristeza Tine dejó caer al suelo con estrépito un plato dorado y unos rubíes a
sabiendas de que Saigan muy a su pesar tenía razón.
􀀭 ¿No hay otro modo de escapar de este lugar?- preguntó el humano mientras
seguía los pasos del mago.
􀀭 Me temo que no.
􀀭 ¿Y como piensas esquivar al Linforot? – continuó insistiendo-. No lo
conseguimos antes y ahora no creo que este distraído. Sin duda nos esperará
paciente saboreando su presa.
􀀭 No pienso esquivarlo. Pienso matarlo – fue la escueta respuesta.
Con cara de perplejidad, Tine siguió a toda prisa al Mago deteniéndose justo ante la
pequeña puerta mágica. Esta vez no hizo falta pronunciar palabras de poder, y tan solo
con tocar la fría piedra, la puerta se abrió sonoramente para cerrarse bruscamente tras
ellos.
En la enorme sala aún se agitaba el polvo y caían guijones del techo como consecuencia
de la furia del Linforot, del cual no había rastro aparente.
La grieta abierta en el suelo por el hechizo del mago, había crecido en anchura mientras
un par de columnas de mármol habían caído al suelo y estaban partidas por la violencia
del golpe.
Unos fuertes golpes anunciaron la entrada a la sala del Linforot, que furioso acudió nada
más escuchar el estruendo producido por la apertura de la puerta. La bestia rugió con
fuerza y fijó los rojizos ojos en los dos usurpadores, que dieron un paso atrás.
Tine desenfundó sus dos pequeñas espadas y meneó la cabeza en busca de la mejor
escapatoria posible, pero fue frenado en seco por un gesto de complicidad del mago.
Saigan rebuscó en uno de los bolsillos y extrajo de su interior la pequeña estatuilla de
piedra, para seguidamente depositarla en el suelo justo enfrente de ellos.
Abriendo el libro dorado pronunció las palabras de poder.
􀀭 Lesper lo dinfhents – gritó con fuerza.
La pequeña estatuilla brilló con un fulgor dorado y blanco atrayendo la atención de la
bestia que retrocedió para defenderse de cualquier ataque.
Sin embargo la estatuilla no atacó, pero su brillo fue adquiriendo diversos colores y
comenzó a emitir un ruido agudo. Entonces comenzó a crecer y tomar forma mientras
Tine asistía atónito al despertar mágico de Anthilus, el Golem guardián del libro dorado.
Cuando su formación estuvo completa, el brillo cesó volviendo al color grisáceo de la
piedra de la que estaba formado, y el Linforot comenzó a avanzar hacia la estatua con
cuidado ante cualquier posible ataque, siempre con cautela y expectante ante la nueva
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aparición. Emitía rugidos graves que rebotaban en las paredes cavernosas, mientras
Saigan tomó a Tine del brazo y juntos se ocultaron en las sombras y lo más lejos posible
de la bestia.
Cuando ésta estaba a escasos metros de la colosal figura del Golem, abrió los ojos de par
en par dejando los rubíes rojizos brillaran con fuerza antes de atacar a la bestia
propinándola un potente golpe en el rostro con las dos manos que le hizo precipitarse
con fuerza contra el muro de piedra. Rocas enteras volvieron a caer del techo por la
violencia del choque, y antes de que el Linforot pudiese asimilar lo ocurrido, el Golem
volvió a atacar con una velocidad impensable para su envergadura chocando con toda la
fuerza de su cuerpo contra su oponente aplastándole contra la pared. La montaña entera
pareció protestar por la fuerza de la embestida, y el Linforot soltó un desgarrador rugido
mientras su sangre negra regaba el suelo de la caverna.
El Golem volvió a atacar, pero el Linforot esta vez fue más rápido y golpeó con fuerza
en el rostro del Golem utilizando la pesada coraza de la cola. Este se precipitó contra
uno de los pilares de piedra provocando otro intenso movimiento de piedras que caían
del techo obligando a Saigan y Tine a refugiarse un poco más al fondo de la oscura
caverna.
Unos ruidos de pisadas comenzaron a escucharse por la abertura que antecedía la larga
escalera por la que habían bajado. El pequeño humano miró asustado al mago quien
rápidamente sacó una pequeña bola de vidrio del tamaño de la mano, y sosteniéndola con
los finos dedos, pronunció unas palabras de poder. La bola comenzó a brilla para luego
mostrar en el interior la imagen nítida de un numeroso grupo de Kurgul que ataviados
con pesadas hachas y mazas, descendía a toda velocidad por la escalera de mármol.
􀀭 Será mejor salir de aquí – dijo el mago.
􀀭 Creo que estamos atrapados – respondió Tine reflejando la tensión en su rostro-.
Aunque logremos escapar de esa bestia, tendremos que enfrentarnos a una
numerosa hueste. Estamos condenados.
􀀭 Guarda la calma pequeño. Hay más de una salida – dijo tranquilamente el mago
dirigiéndose hacia la oscuridad de la caverna.
El golem pudo ponerse en pie antes de que la bestia pudiese atacar de nuevo, y fue lo
suficientemente rápido como para parar la cola del Linforot con sus poderosos brazos.
Una vez realizada la proeza, tiró con fuerza haciendo perder el equilibrio a la criatura, a
la que envolvió con fuerza con los brazos mientras trataba de asfixiarla utilizando todo
el potencial de su enorme fuerza. El Linforot luchaba en balde por escapar del abrazo
mortal mientras notaba que la vida se escapaba de sus entrañas, pero en un último intento
agónico, su cola impactó en la cabeza del golem que sorprendido por la violencia del
golpe soltó a su presa. Ágilmente la criatura cogió cierta distancia y tomó la pose a dos
patas mostrando la totalidad de su envergadura para tratar de intimidar al golem, que tras
recomponerse del golpe observaba cuidadosamente a la bestia. El golem juntó sus puños
hasta que los nudillos estuvieron juntos para luego agachar la cabeza y buscar dentro de
sí todo el poder oculto en él.
Oculta tras un enorme peñasco al fondo de la caverna había una pequeña abertura en la
roca. Tine observaba recelosamente el descubrimiento y tras profundizar en la roca
volvió para contar al mago lo que había dentro.
􀀭 Un torrente de agua – dijo el pequeño humano -. El pasadizo va a parar a un
pequeño torrente de agua subterránea que corre rápidamente por un pasadizo.
􀀭 Justo lo que esperaba. Perfecto – dijo el mago.
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􀀭 ¿Perfecto? – se apresuró a rebatir.- ¿Qué hay de perfecto en un torrente de agua
en medio de las entrañas de la tierra?
􀀭 No ves más de lo que tus ojos te muestran. Aunque es propio en la mayoría de
los humanos – dijo el mago-. Es nuestra salida. Los enanos eran expertos en este
tipo de artimañas y pasajes secretos. Lo que parece un simple torrente acuático es
una salida de emergencia de lo que antaño fue una poderosa ciudad enana.
Aunque no lo parezca está metódicamente construido y escavado, diseñado para
trasportar al que quisiese salir rápidamente de un modo eficiente y sin ningún
peligro. Los enanos eran expertos en este arte y eran auténticos maestros a la
hora de hacer maravillas de este tipo. Es un mecanismo perfecto, permite salir de
la guarida en caso de apuros, pero no permite la entrada.
􀀭 ¿Y cómo estás tan seguro de eso?
􀀭 Sencillo. Aparte de que he leído largo y tendido acerca de cada una de las razas
que habiten Thambia, en las runas de la habitación explicaba el modo de salir.
El Golem emitió un fuerte carraspeo en el preciso momento que abría los brazos en cruz
y un fulgor rojizo brillaba con más fuerza en los ojos de rubíes. El Linforot no tuvo
tiempo de reaccionar, y el Golem comenzó su ataque mortal. Con una sorprendente
velocidad, la criatura pétrea atacó al Linforot con rápidos y precisos manotazos que
hacían sangrar a su objetivo con cada golpe, haciéndole retroceder hasta quedar atrapado
contra la pared del fondo. El golem embistió con fuerza utilizando el hombro y empotró
a la criatura desencadenando una nueva lluvia de piedras. La criatura calló mareada sobre
el suelo, circunstancia que aprovechó el Golem para darle el golpe mortal. Con suma
facilidad levantó una de las enormes piedras que había caído del techo, y con fuerza la
arrojó hacia el cráneo del Linforot el cual se partió emitiendo un fuerte crujido dando por
finalizado el combate.
Saigan giró en redondo para mantener fija la vista en la oscuridad del túnel por el cual
habían llegado momentos antes, mientras Tine observaba con recelo el caudaloso
torrente de agua que corría por el conducto escavado en la misma roca. Unos pequeños
seísmos acompañados por tormentosos golpes interrumpieron sus meditaciones, y al
dirigir la miríada hacia el mismo punto que el mago, una gran silueta comenzó a aparecer
en la oscuridad. El Golem llegó corriendo hasta la posición del mago y una vez allí se
quedó inmóvil a la espera de instrucciones.
Unas palabras de poder devolvieron a la poderosa creación mágica a su estado original y
la guardó en la bolsa de viaje.
􀀭 ¿Venció al Linforot? – Preguntó Tine.
􀀭 No tengo la menor duda. Estamos ante una de las criaturas más poderosas que se
pueden crear mediante la magia. Pero ahora debemos darnos prisa – dijo el mago.
El ruido de las armaduras de metal les devolvió a la realidad. El grupo de Kurguls estaba
cada vez más cerca y los buscaban con frenesí. No podían perder ni un segundo más, por
lo que el Mago cogió con fuerza de la manga al pequeño humano y le arrastró hacia el
torrente. Tras una breve resistencia Tine comprendió que no había otra salida y se rindió
a su destino. Con un fuerte impulso, el mago arrojó a Tine al torrente y éste desapareció
a toda velocidad corriente abajo con un sonoro grito de desesperación. Tras él se lanzó
el Mago que rápidamente fue envuelto por las poderosas fuerzas que envolvían el
torrente y le arrastraron por el estrecho conducto. Tras una docena de metros, el torrente
giró en seco y la corriente tragó al mago introduciéndole bajo las rocas camino del
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corazón de la montaña. Saigan no pudo entender muy bien lo que ocurrió después ya que
todo pasó a gran velocidad. La fuerza de la corriente arrastró su cuerpo por un conducto
perfectamente tallado para facilitar la rápida velocidad del agua mientras el viajero no
sufría ni el más mínimo golpe. Sin embargo los momentos fueron angustiosos ya que en
varias ocasiones sus pulmones se encontraron vacíos de aire, pero justo cuando pensaba
que moriría asfixiado inexorablemente, la corriente ascendía a grandes cavernas con
bolsas de aire donde podía volver a llenar los pulmones antes de que la fuerza del
torrente volviese a engullirle.
No podrían decir el tiempo que pasaron viajando por aquellos conductos fluviales, pero
les pareció una eternidad. Finalmente el torrente adquirió mayor velocidad y salió al
exterior por una gruesa brecha abierta en la ladera este de la montaña. Saigan se
encontró entonces cayendo de una altura considerable y aterrizó en un extenso lago de
suficiente profundidad como para no tocar fondo y no lastimarse lo más mínimo por la
violencia de la caída.
Algo aturdido y mareado Saigan nadó hacia la superficie y una vez allí tomó aire con
fuerza sintiendo un gran alivio por finalizar el tormentoso viaje de escapatoria. Miró en
todas direcciones pero no encontró rastro de Tine. Según pasaban los segundos el
nerviosismo aumentó en el mago que no entendía bien la razón de su intranquilidad, pero
de pronto con un fuerte alarido Tine apareció unos metros más abajo tomando aire y
recuperando el color de su amoratado rostro.
Todo había salido como había previsto. Tenía el libro, y estaban a salvo, aunque su
historia no había hecho más que comenzar.
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67
CAPITULO 9: AL ACECHO
Encabezados por Xian, el grupo descendió rápidamente las montañas introduciéndose de
lleno en la basta llanura. Regada por el río Gris que mansamente serpenteaba más al
oeste, las tierras eran fértiles y verdes hasta donde llegaba la vista.
Los tres compañeros habían decidido que la forma más rápida y cómoda de viajar era
remontar el río, ya que les permitiría descansar las piernas a lo largo del trayecto y de
paso el propio río podría abastecerles de comida y agua.
Yuria decía conocer una pequeña cabaña pesquera al oeste de su posición donde
posiblemente podrían hacerse con una barca decente que les permitiese realizar
cómodamente el trayecto hacia el norte. De lo contrario se verían obligados a construir
una, y aunque Cauros podría hacerlo sin dificultades, perderían en la tarea unas cuantas
horas.
Una copiosa tormenta de agua sorprendió a los viajeros en el mismo momento en el que
la pequeña cabaña apareció en el horizonte. Corrieron para salvaguardarse de la cortina
de agua en el pequeño porche que tenía la cabaña. La puerta de madera chirrió al abrirse
y un anciano hombre cruzó el umbral ataviado con una túnica encapuchada para
protegerse de la lluvia y del frío.
- ¿Quiénes sois y a qué debo vuestra visita?-. Preguntó el hombre mientras dirigía una
curiosa mirada a cada uno de ellos.
- Disculpe las molestias-. Contestó Yuria. – Somos viajeros y nos dirigimos al norte.
Pretendíamos remontar el río, y para ello veníamos aquí con la esperanza de poder
compraros una embarcación que nos ayuden en nuestro viaje.
El viejo dirigió una curiosa mirada a cada uno de ellos, y tras detergerse unos segundos
más en Xian, entró en la cabaña nuevamente.
- Entrad dentro, la tarde se ha puesto tormentosa y no os conviene agarraros un buen
constipado antes de empezar un viaje. – fue la respuesta del anciano mientras les invitaba
a pasar.- Hoy no es día para comenzar un viaje, dejadme hacer de buen anfitrión e
invitaros a una deliciosa cena junto al fuego. De la barca hablaremos luego.
Los tres compañeros entraron ociosos al calor de los muros de madera donde ardía una
buena hoguera en la chimenea. Solo Xian pareció entrar con recelo desconfiando de las
intenciones del anciano.
La cabaña era tremendamente acogedora y cálida, adornada con alfombras de grueso
pelajes, y numerosos ejemplares e pesca colgaban de las paredes a modo de trofeo.
En el centro de la cabaña, una mesa rectangular de madera de roble sostenía los
preparativos para una cena individual, y junto al fuego, un sillón de cuero negro
desgastado servía de cálido lugar de descanso al dueño de tan acogedora cabaña.
El anciano se deshizo de la ropa de abrigo y tras colgarla en un perchero de hierro
situado al fondo junto a la ventana, recogió de la cocina un puchero para luego situarlo
junto a las llamas del fuego.
- Poneros cómodos muchachos, la cena tardará aún un tiempo. No esperaba visita, pero
siempre tengo algo listo por si las moscas.
El anciano sacó diversos cacharros de cocina, y comenzó a preparar la cena a la ver que
decoraba la mesa de madera con cuatro juegos completos para la cena.
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Los invitados mientras tantos, se despojaron de las ropas de abrigo para luego ponerse
cómodos junto al fuego en unas pequeñas banquetas de madera tallada que seguramente
había hecho el propio anciano.
Tras media hora de espera, un sabroso estofado de carne se encontraba en el centro de la
mesa listo para ser servido. Los invitados tomaron asiento, y tras ello el anciano les
invitó a servirse la cantidad que deseasen.
Hacía días que no comían un estofado casero y lo tomaron con agradecimiento y ganas.
Comieron en silencio, degustando el sabroso estofado tan solo con el chisporroteo de la
hoguera de fondo.
- Bueno y ¿decís que vais hacia el norte?-. Interrumpió el anciano cuando la comida
llegaba a su fin. – Por cierto no me he presentado, mi nombre es Homber.
- Yo soy Cauros-. Dijo dejando la cuchara en el plato – Y ellos son Xian y Yuria. Nos
dirigimos al norte, aunque nosotros dos no compartimos el mismo destino de la chica
pero por el momento decidimos viajar juntos pues es más seguro.
- Hacéis muy bien – contestó el anciano – Son tierras salvajes y peligrosas para cruzarlas
solos. Y el río posiblemente sea la manera más segura. Si buscabais una barca estáis de
suerte ya que hace unos días terminé la construcción de una nueva embarcación para la
pesca, con lo que si lo queréis estoy dispuesto a regalaros mi vieja barca. Para vuestro
cometido os servirá perfectamente.
- Eso sería un gran detalle y le estaremos eternamente agradecidos – dijo sonriente
Yuria.
- Bueno – interrumpió el anciano levantándose de la mesa.- Ahora será mejor que os
enseñe vuestros aposentos para que podáis descansar, la noche se presenta movida y no
podréis remontar el río al menos hasta mañana. Tengo camas de sobra a si que seguidme
por favor.
Los invitados se levantaron con gestos de felicidad ante tanta cortesía, menos Xian que
seguía desconfiando del viejo pescador. El anciano les guió a través de unos gastados
escalones hasta la segunda aplanta donde dos pequeñas y acogedoras habitaciones, una a
cada lado del pasillo, recibieron con un hogareño calor a los nuevos huéspedes. Xian y
Cauros compartieron habitación mientras Yuria quedó ella sola en la habitación de
enfrente.
Una vez alojados los invitados, el viejo pescador bajó abajo para terminar de recoger la
mesa. Cauros y Xian quedaron en silencio desabrochándose las botas para dar descanso a
sus fatigados pies, hasta que Xian rompió el silencio que reinaba en la habitación.
􀀭 No me fío de este hombre – exclamó Xian tumbándose sobre la cama tras
deshacerse de las botas. – Me da mala espina, y tanta hospitalidad me preocupa.
􀀭 ¡¡Bah!! – protestó Cauros. – Te preocupas en exceso. Es solo un viejo pescador
que pasa casi todo el año solo, no me extraña que haga lo que sea por tener algo
de compañía. Si quieres que te diga la verdad, incluso creo que debe estar algo
majareta y ante tanta soledad es capaz de hablar con los peces a los atrapa en su
anzuelo. Eres demasiado desconfiado.
􀀭 Y tú demasiado descuidado – respondió
Un largo silencio se apoderó de la habitación tras la discusión hasta que ambos quedaron
plácidamente dormidos.
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El día amaneció soleado, y los rayos solares penetraban por el pequeño ventanal de la
habitación bañando de un dorado amanecer el rostro de Xian. Tras desperezarse, Xian se
vistió y despertó a Cauros que roncaba como un oso gigante de las montañas.
Salieron de la habitación y llamaron con sigilo a la puerta de Yuria, y tras varios intentos
fallidos, abrieron la puerta preocupados por la joven. La habitación estaba vacía y no
había rastro de Yuria.
􀀭 Lo Sabía – dijo Xian. – No era de fiar.
Ambos bajaron las escaleras de la casa a toda prisa, y con sorpresa vieron como Yuria se
encontraba cocinando alegremente unos huevos mientras charlaba de forma amigable con
el anciano pescador, que disfrutaba viendo como la muchacha cocinaba mientras
disfrutaba de su pipa de fumar sentado en el sillón.
Cauros miró de forma acusadora a Xian que bajó el cabeza avergonzado. Lentamente se
acercaron a la mesa.
􀀭 Buenos días – dio alegremente el anciano seguido de Yuria. – Hoy se ha
levantado un bonito día y podréis viajar sin problemas, sin duda la suerte está de
vuestro lado, pero antes será mejor que desayunéis algo, estáis muy flacuchos.
􀀭 Gracias – respondió Cauros sentándose a la mesa.
Con una alegre charla acerca de lo bien que había dormido tras muchos días sin hacerlo
en una cama caliente, desayunaron y tomaron fuerzas suficientes como para afrontar la
larga jornada. Tras ello, recogieron los platos y la mesa para luego disponerse a partir.
El anciano les acompañó hasta la orilla del río donde su vieja barca esperaba amarrada.
Equiparon la barca con las provisiones que tenían y unos pocos mendrugos de pan y
queso que compraron al anciano a cambio de unas cuantas monedas.
Tras ello, subieron a la embarcación y amablemente se despidieron del anciano.
􀀭 Muchas gracias Homber por vuestra hospitalidad – dijo Yuria agradecía. – No
olvidaremos nunca lo bien que se ha portado con nosotros. Cauros asintió con la
cabeza, pero Xian aunque se resistía finalmente cedió.
􀀭 Gracias por acogernos, le estamos agradecidos – dijo a regañadientes.
􀀭 Agradecidos de corazón. – Apuntilló Xian tras recibir un discreto pisotón de
Cauros.
􀀭 No hay de qué muchacho. Es un placer recibir siempre visita. Que tengáis un
buen viaje y tened cuidado con los peligros del río.
Dicho esto, los tres tripulantes de la embarcación comenzaron a remar para remontar el
río hacia las lejanas tierras del norte.
70
Una sombría silueta ataviada de negro descendió la pendiente atraído por el sabroso olor
a pescado que su olfato había detectado. Al fin, el ser pudo divisar la pequeña cabaña
que había sido construida a orillas del río. Descendió ágilmente sin hacer e menor ruido y
cobijado por las sombras de la noche, se acercó a la cabaña. El ser pudo ver a través del
ventanal como un anciano preparaba la cena que consistía en dos hermosos peces frescos
que debía de haber pescado en el río. Llamó a la puerta de forma vigorosa, y detrás de la
puerta se escucharon unos pasos antes de que el viejo anciano abriese la puerta.
Homber pudo ver a una silueta de considerable tamaño, debía de medir cerca del metro
noventa. Iba vestido completamente de negro dejando tapado su rostro tras una capucha
que le daba un aspecto espectral. Al anciano le llamaron la atención sin duda sus manos,
con uñas rojizas y una piel morada muy oscura que hizo ponerse de punta a cada pelo de
su cuerpo.
􀀭 Estoy buscando a una chica. Quizá pueda ayudarme – Dijo con voz cálida pero
firme.
􀀭 Por aquí hace mucho que no pasa nadie – respondió el anciano tartamudeando. –
Si desea buscar, es mejor que acuda a Kablin o ya a Edurels que queda más al
norte. Allí seguro que encuentra alguien que pueda ayudarle.
􀀭 Intente recordar. Es Rubia con ojos verdes, y muy hermosa.
􀀭 Lo siento, le digo que no – repitió el anciano.
Con un inesperado brote de furia controlada, el ser se introdujo en la cabaña agarrando
al Anciano por el cuello. Tras de sí, cerró la puerta y empujó a Homber hasta la pared
donde con una fuerza sobre humana, levantó al anciano al que seguía sosteniendo por el
cuello.
􀀭 Creo que tiene muy mala memoria anciano- Dijo el ser. – O peor, me está
mintiendo, y eso me enfadaría mucho. Si aprecias tu vida no me mentiría más.
¿Dónde está la chica? – volvió a insistir con voz amenazante.
􀀭 Pasó por aquí hace 2 días. – dijo el viejo pescador. – Se dirigía al Este a pie, no
me dijo a donde iba, lo juro.
El ser dejó caer al anciano al suelo y lentamente se dirigió a la puerta. Homber se
levantó tocándose el cuello, cuando en el preciso instante en que se levantaba por
completo el ser se dio la vuelta y lanzó un cuchillo a una velocidad prodigiosa. El
cuchillo voló por el aire y fue a clavarse en la pared dejando perforada entre medias
la mano izquierda del anciano pescador que quedó sujeto sin posibilidad de moverse.
Un segundo cuchillo silbó por el aire y ancló a la pared la mano diestra del anciano
que quedó completamente inmóvil mientras gemía de dolor.
􀀭 Has vuelto a mentirme anciano y no me gusta. Eso te costará la vida – dijo el ser
sacando de detrás de su túnica una pequeña espada corta.
71
El ser se acercó con firmeza al anciano, y clavó en su vientre la espada hasta la
empuñadura. Con un grito ahogado de dolor, Homber tiró de la capucha del asesino
hacia atrás para descubrir su rostro, y mientras emitía el último suspiro de vida, pudo
contemplar con horror como su asesino era un elfo, pero su piel era oscura y sus ojos
rojos como rubíes que brillaban en la negra oscuridad de sus cuencas.
Su pelo blanco y liso le caía suelto sobre los hombros dando aún más viveza a unos
ojos que ahora inyectados en sangre se posaron sobre su víctima. El rostro del elfo
emanaba odio, pero daba un aspecto de ser un ser calculador, frío y despiadado.
􀀭 Mi nombre es Legnac – dijo el asesino adivinando los pensamientos del anciano.-
No lo olvides cuando estés en el otro mundo aguardando mi llegada.
Tras ello Homber agachó la cabeza ya sin vida.
Legnac retiró las dagas de la pared para dejar caer el cuerpo al suelo, y las guardó
cuidadosamente no sin antes limpiar las marcas de sangre con un trapo de la cocina.
Luego olfateó la vivienda y estudió cuidadosamente cada rincón de ella. Salió
sigilosamente de la casa y tras cerrar la puerta se dirigió a la orilla del río. Allí estudió
unas huellas que había en la arena fresca de la orilla, y con expresión calmada se levantó
del suelo.
- Al menos el viejo no me ha mentido en todo – dijo haciendo una mueca con los finos
labios. – Tan solo me sacan dos días de ventaja. ¡Pronto serás mía!
72
Continuará...

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